NIEBLAS



     Le despertaron unos cohetes, saltó de la cama y frotándose los ojos con ambas manos se dirigió hacia la ventana, tiró fuertemente del pestillo y ésta se abrió. Hacia un precioso día, desde su ventana podía ver el río y la alameda. Era un pueblo pequeño, casi todo su sustento derivaba de la tierra y la ganadería. Mirando el hermoso paisaje, acudieron a su mente las vivencias de cuando tenía siete u ocho años, a la salida del colegio, antes de ir a comer, se escabullía para bañarse en un remanso del río en el que con gran ingenio habían conseguido formar una gran balsa.

     Como si de una cita se tratara, llegaban uno a uno todos sus amigos escapando a hurtadillas de sus padres o mayores, se desnudaban poniendo sus ropas a buen recaudo para que permanecieran secas, se subían a una higuera que usaban de trampolín y se dejaban caer unas veces de cabeza, otras de costado y otras de pie, chapoteaban, reían y jugaban con tanta algarabía que los gritos y risas se escuchaban desde lejos. Terminado el baño, se dejaban secar al sol, solo el cabello permanecía un poco húmedo pero el camino de regreso siempre se secaba, cómplice de sus “escapadas”.

     Estaba un poco ansioso, era la fiesta grande del pueblo y tenia tantos proyectos para éste día, que llegó a pensar que no le daría tiempo, se vistió todo lo deprisa que pudo y bajó la escalera apresuradamente. La chimenea permanecía aun encendida, y se podía ver el escaso mobiliario que apenas tenían, una mesa rodeada de seis sillas rústicas, un sencillo y pequeño mueble oscuro en el que se apoyaban la televisión y debajo de la ventana, la máquina de coser. Se acercó a la mesa en la que su hermano menor acababa el desayuno. Buenos días David ¿Cómo te va? -Bien contestó el niño.

     - ¿Vas a la fiesta de la plaza? – Preguntó Gonzalo. Después pasaré por allí.- Antes he de ir al bancal ya que mamá me encargó coger unos membrillos para hacer dulce. En cuanto vuelva me cambiaré rápidamente y saldré corriendo para ver a “los cabezudos”. Por cierto Gonzalo, -continuó diciendo- Cuando salió mama para el trabajo, dejo leche caliente junto al fuego para nuestro desayuno. ¿Y Miguel? – Preguntó Gonzalo. -Miguel se despertó al rayar el día, dijo que tenia que hacer algunas cosas y que terminaría pronto para ir a la puerta del ayuntamiento, seguidamente se levantó de la silla, se despidió y salió a la calle.

     Tras un copioso desayuno, preparándose para tan larga mañana, Gonzalo recogió todo y con precaución cubrió las brasas de la chimenea con ceniza. Se dirigió a la puerta “paseando” una última mirada por la estancia. Por fin, y después de un largo periodo de tiempo todo volvía a estar bien, desde que “su padre” se ausentara y del mismo modo también se habían disipado todas “sus nieblas”. Tenía que organizar su habitación, pero decidió que lo haría más tarde y de paso escribiría algo de lo acontecido a lo largo de la mañana, en su mas preciado “tesoro”, su diario. En él encontró un silencioso confidente, que guardaba celosamente todas sus anotaciones, que sólo él entendía y que si las hablaba o comentaba con otra persona pasarían a ser un secreto, mientras que si las escribía, siempre podía elegir si era fantasía o por el contrario, realidad. Aunque había una persona con la que si compartía casi tanto como con su diario. Cerró la puerta, dirigiéndose a paso ligero hacia la plaza del pueblo muy ilusionado. Un poco mas lejos, vio a un grupo de chicos y chicas que también iban hacia la fiesta. Se apresuró hasta alcanzarlos y en su rostro apareció una gran sonrisa tras darse cuenta de que entre ellos estaba Cristina. Desde pequeños habían pasado mucho tiempo juntos, o mas bien la mayor parte de su tiempo lo pasaban entre otros, haciéndose confidencias. Cristina sabía mejor que nadie el estado de ánimo de Gonzalo en todo momento, y casi sin darse cuenta, había pasado como de la noche a la mañana a ser su gran amor.

     Cuando llegaron a la fiesta ésta se encontraba en todo su apogeo, la música sonaba alegremente y “los cabezudos” bailaban al ritmo de la música seguidos de la “chiquillería”. El zumbido de los cohetes les abriría paso hasta llegar al río donde había una gran alameda que daría cobijo a todos lo asistentes. Para empezar, los organizadores tenían prevista una carrera de bici que consistía en intentar alcanzar unas cintas que colgaban en una tensa cuerda sujeta a dos robustos árboles. Las cintas habían sido bordadas con mucho espero por las jóvenes del pueblo entre las cuales se encontraba Cristina. Por supuesto Gonzalo tenía especial interés en llevarse como premio dicha cinta, para lo cual procedió a inscribirse en el concurso. Solo participaban seis concursantes, lo cual le daba mas oportunidades de conseguir la preciada cinta. La carrera empezó y él sabía perfectamente que el aro que debía enganchar era el de la cinta morada. Lo intentó una y otra vez y ala tercera lo consiguió y escuchó a Cristina gritar ¡Bravo , bravo!. Este recuerdo sería imborrable para él y lo guardaría junto a su “otro tesoro”. También hubo concurso de pesca en el que mirarían al pez más grande, y otro de repostería donde las amas de casa harían desfilar los platos más exquisitos.

     Entre bromas y risas la mañana pasó casi sin que se dieran cuenta y llegó la hora de regresar a casa. Decidieron hacer el camino de regreso, juntos hasta el pueblo, separándose poco a poco conforme se iban acercando a sus respectivas casas. Habían quedado por la tarde para verse de nuevo, pero eso sería después de comer. De una carrerilla llegó hasta su casa, abrió la puerta y gritó - ¡Ya estoy aquí ¡- Miró el reloj, marcaba las tres de la tarde y hasta pasada media hora no llegaría su madre de su trabajo. Desde que “ÉL” se fue su madre trabajaba en un horno de pan cerca de su casa, era un trabajo duro pero le compensaba llevar algo de dinero y buen pan para su familia.

     Subió a la parte alta de la casa tras organizar un poco la parte de abajo, hizo su cama y se dispuso a escribir algo en el diario. Este permanecía cómo acunado o dormido entre la unión de dos rústicas vigas de madera, donde sólo podía encontrarlo él, ya que algo tan valioso debido a todos las vivencias que guardaba no podía ser compartido con nadie mas. Se puso de puntillas para acceder hasta él, con tan mala fortuna que se le deslizó de entre los dedos, cayendo al suelo y quedando entreabierto por obra del azar por una de sus primeras páginas, en la que podía leerse: “20 de Marzo de 19……… Cuando salimos del colegio después de muchos días de intensas lluvias fuimos sorprendidos por una espesa niebla que cubría desde el río hasta el valle. La niebla era tan espesa en el pueblo que tuvieron que encender el alumbrado público, aunque alumbraban bastante poco. Aquella oscuridad para mi no era muy agradable, es como si avisara de que algo malo iba a suceder, por lo que aligeré el paso. Hacia varios días que a consecuencia del temporal, los hombres se reunían en el bar, entre ellos mi padre, así que como de camino a casa pasaba inevitablemente por la puerta , miré por la ventana por si aún estaba allí y así me acompañara a casa protegiéndome de esa niebla que tanto miedo me habano lo ví, así que pensé que seguro que ya estaba en casa seguí caminando a paso rápido hasta llegar a mi puerta, y me pareció oír gritos y ruidos extraños. Preocupado por saber que ocurría abrí la puerta….lo que allí vi nunca lo había vivido al igual que nunca lo podré olvidar.

     Mi padre estaba bebido, y estaba tan fuera de sí. Era imposible reconocer su cara, era como si se hubiera transformado se había transformado por completo en otra persona y no paraba de tirar sillas, platos, así como todo lo que se encontraba a su paso, llegando incluso a agredir a mi madre. Mi hermano mayor, Miguel, a sus trece años intentaba detenerlo, siendo sus esfuerzos en vano, ya que mi padre era mucho mas fuerte que él. Muy asustado, comencé a llorar amargamente… ¿Qué podía hacer con tan solo nueve años de edad? …. Me abracé a mi madre y ella me gritó desconsolada entre lágrimas.. - ¡Llévate al niño! ¡Llévate al niño!... Cogí a David entre mis brazos y me subí arriba. El corazón de mi hermanito latía con fuerza. Los dos llorábamos, el miedo nos invadía así que cerré la puerta con todas mis fuerzas, los golpes siguieron al estruendo y los gritos se fundieron con nuestros llantos. De alguna manera llegamos hasta la cama, el cansancio nos venció y abrazados nos quedamos dormidos. Al despertar sentí un intenso frío, había mojado la cama ¿Cómo pudo ocurrir? No sabía que hacer…. Me acerqué a la puerta, sólo se escuchaba el silencio, preguntándome ¿Qué había pasado? Abrí cautelosamente, estaba oscuro, David permanecía pegado a mí sollozando. Bajamos despacio muy asustados, aquella habitación no parecía nuestra casa, todo estaba destrozado ¿Dónde estaban todos?. La puerta de la calle se abrió, la estación se iluminó apareciendo mi tía, nunca me había dado tanta alegría de verla como en ese momento en el que toda la oscuridad fue iluminada por su presencia, ya que durante largas horas, era lo único bueno que nos había ocurrido. Cogió a mi hermano en sus brazos, y dándonos besos nos decía: - Ya ha pasado todo, vamos con mamá-. Aquellas palabras me tranquilizaron muchísimo….”

     Gonzalo se inclinó para coger el diario del suelo, estaba abierto por la página 4, ojeó su contenido a sabiendas que tras éste triste episodio, vinieron muchos más. De pasada pudo leer cómo siguió soñando con “Nieblas”, y a su vez mojando la cama en repetidas ocasiones hasta la página 32, en la que a sus 15 años ya comenzó a sentirse mas seguro. Con una gran rabia lo cerró fuertemente devolviéndolo a su escondite.

     Sabía que tenía un problema y que tendría que afrontarlo tarde o temprano, al fin y al cabo, era su padre, y su corazón se debatía entre perdonarlo o por el contrario olvidarlo, cuando alguien le preguntaba se le odiaba o le quería, él simplemente contestaba : -Es mi padre-.

Carmela Quirantes Labraca

Comentarios

Olga Gorshkova ha dicho que…
Grasies, enorabuena!
MARI CARMEN VILCHEZ ha dicho que…
carmela enhorabuena por tu relato espero que sigas escribiendo asi.
Manuel Gil ha dicho que…
Carmela continua con esta linea de trabajo este tuyo es magnifico y deberias hacer más para conseguir una novelilla. Enhorabuena. y saludos Manolo Gil.
Pilar ha dicho que…
Hola Carmela me imprecionado tu relato.
Un saludo.
joseantoniosanchez ha dicho que…
Carmela, me ha gustado mucho su texto. Enhorabuena.
Unknown ha dicho que…
Hola Carmela este relato me gusta me recuerda el de un amigo muchas felicidades
Maria José ha dicho que…
Hola Carmela , me ha encantado tu relato, sigue escribiendo eres una gran creativa, enhorabuena, una conmpañera. Un saludo: María José.
Unknown ha dicho que…
Carmela no te conozco pero tu forma de escribir me ha gustado mucho ¡felicidades! un beso.
Juan Antonio Martin ha dicho que…
Carmela, tefelicito por tu narración referente a otros tiempos de tu juventud, es un buen trabajo y veo que tienes cualidades para hacer una bonita novela e iniciarte.
ANTONIA RODRIGUEZ ha dicho que…
HOLA CARMELA, YA SABES LO MUCHO QUE ME IMPACTO TU RELATO. ES ESPECIAL. SIGUE ESCRIBIENDO, TÚ VALES PARA ESCRIBIR COSAS BUENAS Y CON SENTIMIENTO Y A LA VEZ TE OLVIDAS DE LOS ACHAQUES. UN GRAN ABRAZO, ANTONIA.

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