Soy la tercera de cinco hermanos
Nací en una ciudad muy bonita con puerto de mar y playas muy lindas que hoy en día va mucho turismo, las playas no son como las de Motril la arena es muy fina y para que te cubra para bañarte tienes que andar mucho, es un pueblo muy bello, donde hay muchos barcos de pesca y también mucha agricultura es muy rica en todos los aspectos, yo en todos los sentidos me siento muy orgullosa de pertenecer en esta ciudad o pueblo.
De mi vida tengo mucho que contar, cuando niña me eduqué en un colegio de monjas más la educación que recibí de mis padres que fue muy positiva a la hora de saber comportarme en distintas circunstancias. A los catorce años nos fuimos a Barcelona por el trabajo de mi padre, digo de mi padre porque en aquellos tiempos las mujeres no trabajaban, estuvimos allí unos tres años y nos trasladamos a Málaga, que os voy a contar de mi Málaga es una ciudad maravillosa con unas avenidas grandiosas, el clima es extraordinario y la gente muy cordial y atenta; los años que viví allí no los olvidaré mientras viva.
Todavía era una niña cuando llegué a esta ciudad, iba a una Academia en la calle Larios que se llamaba Almi y aprendí mucho de los profesores que eran catalanes y se expresaban muy bien, cuando nos hacían los dictados pronunciaban muy bien la V de la B y te corregían con mucha corrección cosa que ahora los niños de primaria tiene muchas faltas de ortografía, no digo que sea falta de los profesores que no están tan preparados como antes, no sé si con eso estoy molestando a algunos profesores pero las cosas deberían de cambiar para bien de los alumnos.
De mis recuerdos os diré que soy la tercera de cinco hermanos, hay dos varones antes que yo, por desgracia han fallecido dos de ellos, ahora quedamos tres, dos hembras y un varón, que aunque estemos separados por las distancias que vivimos, estamos en contacto y nos queremos mucho.
De mi hermano, el mayor de todos, todo lo que puedo contar de él es bueno es una persona muy tranquila y cariñosa es una de estas personas que todo el mundo se aprovecha de ellas. Cuando vivíamos en Málaga todos los días por la tarde me llevaba a leer el chiste que ponían en una pizarra en la calle Córdoba y eso nos servía para pasear un poco; también los domingos íbamos a la playa y nos divertíamos mucho. Tengo tan buenos recuerdos de mi juventud con él que no terminaría nunca, y todos recuerdos buenos.
De mis otros hermanos era muy buena la convivencia pero ya eran más suyos, mi hermana es la más pequeña de todos y conmigo había mucha diferencia de edad que por cierto lo pasamos muy mal con ella porque se puso malita cuando tenía unos seis años y estuvo muy grave, tuvo cuatro o cinco enfermedades a la vez, tenía la escarlatina, pulmonía, sarampión y no recuerdo que otra enfermedad. Le ponían una cerilla encendida delante de los ojos y no veía, el médico ya no nos dio esperanzas de que pudiera superarlo.
Por aquellos años salió una medicina que todavía no había llegado a España, era la penicilina y por mediación de un señor que vivía enfrente de nuestra casa que tenía camiones de transporte nos facilitó dicho medicamento que le salvó la vida, aunque siempre está delicada de salud. Si os fuera a contar todas las operaciones que le han hecho y las enfermedades que padece tendría para escribir un libro, la salva el carácter que tiene y las ganas de vivir, como también los problemas que padece con sus hijos.
Yo le digo siempre que está en este mundo para sufrir, como su hermana mayor estoy al día de todo lo que le ocurre y por mucho que le dé ánimo hay cosas que no se pueden aguantar.
En Málaga estuvimos diez años, tengo una anécdota muy curiosa que contar, hicimos amistad con una familia que vivía en el mismo rellano y tenía muchos hijos entre ellos una hija de mi misma edad, la buena señora siempre escaseaba de pan en su casa llegaba la noche y no tenía para cenar sus hijos, mandaba a su hija al mercado que en aquellos tiempos se ponían las mujeres con sus puestos de toda clase de panes, la niña venía a por mí para que la acompañara y mi madre aunque era me dejaba para que no fuera sola una de esas noches le dio un billete no me acuerdo que valor tenía, cuando le dio el billete a la señora habían por los alrededores jovenzuelos que no tenían muy buenas intenciones, nos fuimos a nuestras casas; cual fue nuestra sorpresa que descubrimos que aquellos jóvenes nos estaban siguiendo echamos a correr y ellos detrás de nosotras, vivíamos en la Alameda de Colón y precisamente en esta calle estaba el Cuartel de la Policía Nacional, empezamos a gritar y se fueron.
Matilde Bort Zaragoza
Comentarios