Espero continuar por el camino que he elegido

    
    He nacido en Motril en una familia muy cristiana tenía tres hermanos yo era la tercera, única hija, y la verdad, que tuve una infancia (dentro de lo que cabe en aquellos tiempos de posguerra) muy feliz. Mi padre era transportista, muy trabajador, mi madre era la mujer más extraordinaria que he conocido, paciente, amable, religiosa que nos inculcó grandes valores.

     Estuve en el colegio hasta los 18 años para mí fue una época maravillosa, después conocí el amor de mi vida, y la verdad que después de cuarenta y nueve años de matrimonio ha habido de todo, ya que tener cinco hijos, te da unas experiencias inolvidables. La necesidad de educarlos era una constante preocupación, para no equivocarme.

     A lo largo de mi vida he tenido muchas vivencias muy buenas y otras más complicadas. Volviendo a mi niñez: lo que yo mas deseaba todos los días era salir a la calle a jugar pues no tuve la suerte de tener hermanas, mis hermanos, pasaban de mi ya que había diferencia de edad, el mayor, me llevaba once años y otro seis, así casi estaba sola, para jugar, mi padre estaba siempre en la calle , por eso cuando llegaba a casa, le tenía un respeto que no era normal, mas bien parecía temor, aunque jamás me riñó por nada.

     A los cuatro años ingresé en el colegio La Purísima Concepción donde recibí unos valores que jamás se pierden; mis profesoras eran extraordinarias, no solamente por sus principios, sino también por las enseñanzas, eran personas con una gran formación y se aprendía bastante.

     Los años de colegio fueron los mas bonitos de mi niñez, me gustaba ir a clase, es mas, cando faltaba por algún motivo para mi era el peor día, pues ¡disfrutaba tanto!

     No solamente por la clase sino por la cantidad de amigas que tenía ya que me lo pasaba “en grande”, todas eran buenas compañeras, aún hoy seguimos queriéndonos cono si el tiempo no hubiese pasado.

     Fuera del colegio, por la tarde, me iba a jugar, siempre se me olvidaba que tenía que volver a mi casa a una hora prudente – a las ocho de la noche- en eso mi madre si tenía un control muy especial; no quería que se me hiciera de noche en la calle. Después de esa hora hacía los deberes.

     A los diez años mi vida dio un giro ya que mi vocación por la religión cristiana hizo que me comprometiera con el mensaje de Jesús. Me afilié a Acción Católica, Niñas Reparadoras, Hijas de María y también de Catequista; y la verdad que disfrutaba enseñando a los niños a rezar. Así continué hasta los diecisiete años que conocí al que fue mi marido. Era una persona extraordinaria –para mí- , inteligente, valiente, honrado y tenía un gran sentido del humor.

     Tuvimos una relación de dos años, me casé a los diecinueve, a su lado he tenido vivencias muy interesantes ya que era una persona con muchas inquietudes.¡Jamás estaba tranquilo! Siempre tenía algún proyecto que realizar, de la nada hizo cosas que a nadie se le hubiese ocurrido; como dedicarse a la construcción, edificó más de quinientas viviendas y para terminarlas pasó grandes dificultades ya que los vendía casi a precio de costo, pero al final fue todo un triunfo.

     En su centro de trabajo fue elegido enlace sindical, a continuación presidente regional y más tarde presidente nacional del Sindicato Nacional del Azúcar, por último fue elegido Procurador de las Cortes Españolas por el tercio sindical donde votó el cambio a la transición.

     En estos cargos realizó una gran labor a favor de los trabajadores, consiguió igualar los convenios de los centros de trabajo del norte y del sur, ya que eran diferentes- el salario del norte era superior al del sur y otras mejoras que aún siguen en vigor.

     Hemos luchado bastante para educar a nuestros hijos en la responsabilidad y honradez, y con la ayuda de Dios lo hemos conseguido, pues todos son estupendos.

     Pasó el tiempo y después de cuarenta y nueve años de matrimonio, mi marido enfermó de cáncer de pulmón y ahí se me vino el mundo encima, ¡¡jamás he sufrido tanto!!En aquel momento hubiera deseado irme ante que él, creí no poder resistir tanto dolor de perderle pero como DIOS es tan grande y está siempre en mi vida me ha dado la suficiente fuerza para seguir adelante, dedicándome además de ayudar a mis hijos en lo que puedo, ayudar también a los que me necesitan – como dar catequesis a los niños- estar en la asociación en D.A. en Vida ascendente, etc. Espero continuar por el camino que he elegido ya que lo necesito porque además creo que mi vida sin ningún compromiso no tendría sentido.

Amelia


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