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Mostrando entradas de mayo, 2017

"El beso", primer premio de poesía del Certamen de la Asociación de Alumnos del Centro de Adultos Motril

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1º Premio De poesía. EL BESO Si por un beso te enfadas,  ¿Que más te pueda yo dar?  Si mis labios te desean  ¿Por qué me quieres penar? No es ofensa, que es caricia  esta forma mía de amar.  No me prives de este goce  es el placer de besar,  que tengo el alma  en los labios  y más no puedo aguantar. Dale riendas al corazón  y déjalo disfrutar,  sedientos están mis labios  de la miel de tu panal. No me niegues este beso  que anhela mi despertar.  No nos prives de la vida,  es tan corta,  que quizas,  los besos que hoy no te dé jamás nunca,  te pueda dar. Autor: Manuel Rodríguez Noguerol

“Invierno en el recuerdo”, Primer premio del Certamen de Relatos de la Asociación de Alumnos del Centro de Adultos de Motril

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“ Invierno en el recuerdo” Acaba de terminar el dos mil dieciséis, según los medios de comunicación, ha sido uno de los más cálidos, desde que hay estadísticas, allá por el año cuarenta del pasado siglo. En estos días estamos preparando, para la pascua, que diferencia del pasado al presente. En estas fechas la gente se agrupa en las tiendas, haciendo acopio de ropa y comida. En las cajas registradoras hay grandes colas, todo es un transitar buscando cada cual lo que le apetece. A mí, me recuerda aquellas pascuas, que pasé en mi juventud, junto a mis padres y hermanos, todo era diferente, los bailes que se hacían en el cortijo, durante los dos días que duraba la pascua, no había tanto acopio de prendas de vestir, ni las variedades de comida. Se conformaba uno con un buen cabrito aliñado, o la carne de la orza, que como no había nevera se conservaba con la manteca del cerdo. Ahora ha cambiado, la carne se ha reemplazado por el pescado, bien gambas o bacalao, que son estrel

Caminito del Rey Ardales Historia del Caminito del Rey

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EL PERRO COJO

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EL PERRO COJO – Poema de Manuel Benítez Carrasco - Con una pata colgando, despojo de una pedrada, pasó el perro por mi lado, un perro de pobre casta. Uno de esos callejeros, pobres de sangre y estampa. Nacen en cualquier rincón, de perras tristes y flacas, destinados a comer basuras de plaza en plaza. Cuando pequeños, qué finos y ágiles son en la infancia, baloncitos de peluche, tibios borlones de lana, los miman, los acurrucan, los sacan al sol, les cantan. Cuando mayores, al tiempo que ven que se fue la gracia, los dejan a su ventura, mendigos de casa en casa, sus hambres por los rincones y su sed sobre las charcas. Qué tristes ojos que tienen, que recóndita mirada como si en ella pusieran su dolor a media asta. Y se mueren de tristeza a la sombra de una tapia, si es que un lazo no les da una muerte anticipada. Yo le llamo: psss, psss, psss. Todo orejas asustadas, todo hociquito curioso, todo sed, h