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Mostrando entradas de abril, 2011

Visitamos el Cortijo Alcántara...

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          Es una visita concertada por los profesores/as del Centro de Educación de Adultos, Juan Rodríguez pintor: en esta jornada cultural, donde vamos a realizar un encuentro en plena naturaleza, con moquetas de plantas y animales que viven en esta zona.           El viaje lo realizamos en dos autobuses de la empresa Alsa. El recorrido lo hacemos por una carretera de curvas cerradas, estrecha y con un desnivel prolongado, con pinos y matorrales en ambos lados. Con unas vistas al mar y al oeste la Ciudad de Motril.           La llegada en la explanada a las doce menos veinte, allí esperaba Pepe Rubia y Jesús ortega, este último responsable de Medio Ambiente, que se hacía cargo del equipaje, para hacer más llevadero este sendero. Pronto pregunta Pepe por las personas que sean alérgicos, con un bote en mano empezó a fumigar, comenta las vistas que tiene esta zona para ver Motril, Salobreña, Lujar y otros, este cerro le llaman el cerro de las Monjas.             Recuerda Pepe que e

"Un pequeño capítulo de mi vida"

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           En los años sesenta la vida de una mujer era un calvario, por que estaba mal tratada y subyugada por el macho que era el hombre, la mujer no podía moverse sin su permiso si estaba casada, sin el permiso de su marido; si estaba soltera sin el permiso de su padre y ahora las persona que por tantos daños y muchos motivo queremos tener alguna libertad todavía nos sentimos acosadas por algún problema de aquellos que puedan tener algunos hombres como la prepotencia “o” la impotencia las mujeres nos tenemos que conformar con todo lo que quieran hacer con nosotras hasta ahora.           Pero esto ya se: ¡Acabo! Por que yo como mujer que soy no voy a perdonar todas las humillaciones que me han hecho. Cuando ha sido por su prepotencia y su machismo, nos pegan hasta que quedamos destrozadas en el suelo y calladas para que nuestros hijos no seden cuenta de que nos pegan y nos humillan y sufran por nosotros, y el maltratador sigue abusando de nosotras una y otra vez; nuestros hijos al dí

En un pueblo de Granada

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      En un pueblo de Granada de la baja Alpujarra había una familia humilde pero muy trabajadora.      Los padres Luís y Martirio eran jóvenes agricultores que vivían de su trabajo con muchos sacrificios y la tierra no producía.      Tenían dos hijos pequeños, pensaron en irse a América, concretamente a Buenos Aires, con los pocos ahorros que tenían decidieron emprender el viaje a América del Sur.      Salieron del pueblo con destino a Cádiz, después de estar en la ciudad gaditana unos días salieron en el barco rumbo a la capital argentina.      Sacaron los pasajes más baratos que había, por lo tanto iban en los sótanos del barco; les dio el tifus al padre y a los dos hijos. Los que eran tan pequeños le dio muy fuerte esta enfermedad y murieron los dos.      Los padres apenados y afligidos estaban amargados, llegaron a Argentina después de muchas penas por haber perdido a sus dos hijos.      Cuando llegaron a América se pusieron a buscar trabajo, tardaron en encontrarlo pero l

VIVENCIAS

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     ¡Qué hermosa tarde! Y ya son casi las seis, tengo que irme a casa. Las niñas que están por las calles hasta las tantas son unas machonas –siempre me dice mi padre- cuando llegue a la casa tienes que estar allí; pero todavía puedo aprovechar un poco más, y me quedaba en la entrada del pueblo en la que había una especie de plaza desde donde veía perfectamente “La curva del Coronel” por donde despuntaban todos los hombres que llegaban al pueblo al terminar su trabajo.      Mientras esperaba su regreso seguía jugando al pilla pilla, a la comba, a la rueda, a engancharnos a los coches o dejarnos caer por un terraplén enfangado con una penca en el pie para resbalase lo suficiente y así formábamos un tobogán.      ¡Ya viene mi padre! Inconfundible para mí, era un hombre alto, delgado, con su chaqueta de pana desgastada por lo duro del trabajo y del clima, su sombrero y el cabestro de “La española” (la mula) sobre los hombros: había una relación entre ellos extraordinaria, parecía que

Que diferencia tan grande hay de las niñas de antes a las de ahora...

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     Que diferencia tan grande hay de las niñas de antes a las de ahora, en mi casa como éramos tantos, pues mi madre tenía que ser una santa, porque entre diez hermanos que éramos más mi abuela, mi tío por parte de mi madre y otro tío por parte de mi padre; éramos catorce bocas que mi madre tenía que alimentar y también la ropa que cuidar.      Como éramos tantos en la casa, mi madre cuando veníamos del colegio comíamos esas migas o puchero que nos sabía a gloria celestial, nos mandaba a jugar a la calle y no volvíamos hasta la merienda que era pan con chocolate. ¡Qué bien lo pasábamos en la calle! Jugando al palimocho, cuando llovía al clavo en la tierra mojada; a piola, nos poníamos en fila y uno se agachaba y saltábamos por encima de él dándole con el tacón en el culo, el que se caía perdía y tenía que hacer el burro que así se le decía al que se agachaba. También a la comba, al diábolo y echar corridas por las calles y el que llegaba el último le decíamos cagueta; entonces no h

"Mi abuela Lola"

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      Recuerdo a mi abuela Lola cuando me cogía en brazos y me daba chocolate, tenía un puesto de embutidos, iba siempre a pedirle un duro para comprar chuchería; un día me quedé en su casa, a mi primo Vicente mi abuela le daba un zumo de naranja, un día lo cogió y se lo tiró por encima, mi abuela lloraba con desconsuelo; y le dijo a mi padre que trajera las cajas de naranjas del campo y su madre le regañó.      Cuando me operaron de las anginas, me regaló un burro, para mí era la mejor, yo la quería mucho. Cuando se la llevaron a la residencia lloraba porque la iban a sacar de su casa. Mi madre se la llevó a mi casa y mi padre no la quería y cogió y se fue a dormir a la autoescuela, a mi me pasaron a otra habitación.      La Guerra Civil española le pilló en Granada, estaba buscando a su marido y le dijeron: a tu marido se lo han llevado en un camión al cuartel de La Palma. Mi abuela que iba con el recién nacido que era mi madre, cuando llegó al cuartel le dijeron que a su marido se

Vivía en la calle Esparraguera

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     Vivía en la calle Esparraguera, junto al colegio del Ave María, ese era mi colegio, a mí me gustaba ir al colegio; cuando no podía ir lloraba. Quería estudiar Información y Turismo, pero no pudo ser.      Un poco más debajo de donde yo vivía había un lavadero, mi madre madrugaba mucho para poder coger una pila, pero algunas veces no había por qué había mucha gente; entonces se iba al lavadero de La Fábrica Burgos, que era un riachuelo grande que venía como una cascada de agua de lo alto del monte donde se lavaba la ropa; eran piedras muy grandes, se dejaba la ropa tendida y volvía para darnos el desayuno y luego se iba otra vez.      En Motril mi padre era un pintor muy conocido, le pintaba a casi todos los ricos de Motril, entre ellos a un Marqués que no tenía hijos, yo iba todos los días a llevarle el desayuno, me tomaron mucho cariño. Un verano le dijeron a mis padres que me dejaran con ellos, estuve solo una semana porque tenía que cuidar de mis hermanos.       La casa era