Por la mañana suena un buen rato la campana mayor de la Colegiata...

MEDINA DEL CAMPO (Valladolid)

“HISTORIA Y TRADICIÓN”

      Corría el día 1 de Octubre de 1991 cuando llegué por primera vez a Medina del Campo, hacía una niebla tan densa, que no se veía la entrada del pueblo, mejor dicho, “la Villa” como después me enteraría que este pueblo de unos 23.000 habitantes, tenía una historia que me dejaría ¡Fascinada!

    Medina del Campo ostenta los títulos honoríficos de “Villa Muy Noble, Muy Leal, Heroica y Coronada”, otra cosa que me causó gran curiosidad, fue el lema que tiene su precioso escudo, “NI EL REY OFICIO NI EL PAPA BENEFICIO”; nunca supe el significado, lo único que pude saber, es que viene de los primeros años del siglo XIII.

     Esta Villa era desconocida para mí, pero me sorprendió muy gratamente sobretodo cuando pude conocer muy de cerca, su historia, su cultura, y como no, sus tradiciones. Otra gran sorpresa para mi, fue comprobar precisamente una de sus más peculiares tradiciones; los domingos, todo el comercio, los bancos y toda clase de oficinas, permanecen abiertos y sin embargo cerraban los jueves para descansar ¿Que les parece? Me costó mucho adaptarme a esas costumbres.

     La verdad es que el mejor día para visitar Medina del Campo es el domingo. Por la mañana a las 9, suena un buen rato la campana mayor de la Colegiata, anunciando que es domingo y hay que salir a la calle para formar parte del bullicio dominguero; la mañana puedes pasarla de compras, al medio día en sus innumerables bares y restaurantes, se puede reponer fuerzas degustando algunos platos y pinchos típicos que tiene esa zona, y por la tarde, seguir una visita turística por sus calles y monumentos.

   Son muy importantes las ferias y mercadillos que hacen los domingos, no supe con certeza el origen de las mismas, aunque parece ser que todo empezó allá por el siglo XV. Me dijeron que las ferias primitivas se formaban en el centro del pueblo casi con carácter señorial, así, los plateros se instalaban en todo el recorrido de la Plaza Mayor, en el centro estaban los artesanos, como los lenceros, silleros, calceteros, freneros; las sedas, lencería y otras telas, en la que hoy se llama C/ Maldonado; los que traían “paños mayores” los exponían en la que hoy es toda comercial que se llama C/ Padilla; dicen que los barberos, joyeros, especieros y otros artesanos, estaban en otra calle muy céntrica que hoy se llama C/ Gamazo, así les iría enumerando la cantidad de artículos que se podían comprar todas las semanas en Medina del Campo; aquí se creó la 1ª letra de cambio en España allá por los siglos XV ó XVI, eso nos da una idea de la importancia que tenía su comercio.

   En la actualidad, las ferias están ubicadas; las medievales en la Plaza Mayor y en la Plaza de Segovia, y las de los domingos, en las afueras del pueblo junto a la plaza de toros, donde se puede comprar desde un caballo hasta unos calcetines (por poner un ejemplo). Algo que llamó poderosamente mi atención fue comprobar in situ, que la historia de España que había estudiado de pequeña en el colegio, en Medina del Campo estaba plasmada, era, como si el tiempo no hubiera pasado por allí, parecía que en cualquier calle y de cualquier casona, saldrían Isabel la Católica o cualquier soldado de su séquito. Vasta echar una ojeada por el castillo de La Mota, El Palacio Testamentario, su Plaza Mayor, toda con sus pórticos laterales, es muy parecida a la de Salamanca, esta plaza la preside la catedral o Colegiata de S. Antolín, que según parece data del año 1177, su estilo es de un románico-mudéjar, muy típico de la época, hoy se conoce como catedral-colegiata gracias al reconocimiento del abuelo de Fernando el Católico, que lo solicitó en Roma al papa Sixto IV, en 1480.

     Además de otras muchas Iglesias, palacios y casonas, paseando por sus calles, nos hace pensar que allí se paró el tiempo. Es de agradecer a los medinenses, el esmero que tienen por conservar toda su historia, mezclándola armónicamente con el modernismo de estos tiempos, así veremos sin dañar a la vista, estilos del siglo XV, con los del siglo XX. En Medina del Campo se respira una gran cultura, no solo arquitectónica, sino intelectual, musical etcétera. Recuerdo cuando yo llegué al pueblo, me paraba por cualquier calle o plaza, solo para escuchar hablar a los niños que estaban jugando. Yo no quiero renunciar a mis raíces motrileñas, pero ¿Se imaginan como sería el día a día, de esta motrileña en medio de los castellanos auténticos? ¡La de anécdotas y peripecias que me ocurrieron a lo largo de casi 8 años, por culpa del lenguaje tan diferente! Eso será un capitulo aparte que dejaré para contarlo otro día.

     Sus fiestas son también muy diferentes de las nuestras, allí su patrón es S. Antolín, se celebra a primeros de Septiembre y es el toro, el que tiene todo el protagonismo de la fiesta, en Medina del Campo son muy famosos sus encierros, no es que sean los San Fermines precisamente, pero para un pueblo están muy bien; a diferencia de Pamplona, aquí los toros salen desde el campo guiados por cientos de caballos, montados por sus jinetes, dándoles una vistosidad y colorido ¡Inenarrable! hasta llegar al pueblo; en las calles esperan a esos toros, una gran muchedumbre de jóvenes, para correr delante de ellos y llevarlos hasta la plaza; allí pacientes esperan, el bullicio de las peñas, ingeniosamente vestidas para la ocasión, las charangas amenizando la espera y el festejo, haciendo así, que la gente venidas de todos lugares buscando un día de alegría y diversión, no se aburran en absoluto. Que duda cabe, que tanto “los encierros” como “los cortes” que se hacen en la plaza, encierran un gran riesgo, ya que ponen en peligro sus vidas, pero para los medinenses, esto es normal. Dicen los más antiguos, que al principio se corrían delante de los toros solo para cumplir alguna promesa, pero desde el año 1418 que se casaron Juan II y María de Aragón, no han dejado de celebrarse dichos encierros, creo que Medina del Campo sin encierros ya no sería Medina.

     Otra fiesta muy peculiar es la fiesta en honor de Santa Agueda, ese día las mujeres visten lujosos trajes típicos castellanos y acompañadas por dulzainas y tambores, recorren las calles del pueblo bailando delante de la Santa las jotas castellanas, además ese día son las mujeres las que mandan en el pueblo ¡Hasta el señor alcalde les presta la vara de mando! formalizando así su mandato por ese día.

     Quiero hablar un poco de su gastronomía, el cochinillo y el lechazo, son sus platos fuertes, las chuletillas de lechazo son muy apreciadas, el “mirambre” (que es parecido a la gallina en pepitoria) es un plato muy típico, el salmón y las truchas abundan mucho por esa zona, la cercanía de los ríos, Duero, Adaja, Zapardiel y otros, dan pié para obtener una extensa y suculenta gastronomía pesquera.

     Los vinos también son muy apreciados por los paladares que los degustan ¿Quien no ha probado alguna vez, una copita de Rivera de Duero, un verdejo, o los rosados y tintos de: Tierras de Medina?. Cuentan, que los Reyes Católicos prohibieron la entrada de los vinos forasteros a la zona en Octubre de 1561, protegiendo así, los viñedos de la zona.

     De los postres que voy a decir, las cocadas están “de muerte”, los amarguillos, los empiñonados y los hojaldres, ¡Buenísimos! al igual que aquí es típica la torta real (que dicho sea de paso, era el dulce favorito de Isabel la Católica, que no olvidemos, era de Medina del Campo) allí lo más típico son las cocadas y por Navidad el postre típico es, la sopa de almendra.

     Medina del Campo, tiene un importante nudo ferroviario, que la une con toda España, “Con toda menos con Motril” su estación es muy bonita, está restaurada desde el año 1915. Es otro de los muchos monumentos que se pueden admirar en la villa. Tengo que reconocer en honor a la verdad, que cuando yo entré en Medina del Campo (por motivos laborales ) estaba asustada, el miedo que sentía a lo desconocido, al carácter de sus gentes, al clima, a la distancia etcétera, al poco tiempo de estar allí, se disipó, conociendo como son los verdaderos castellanos, me acogieron como a una ciudadana más del pueblo, enseñándome no solo sus monumentos, costumbres, gastronomía, sus jotas castellanas….. y lo más importante, me abrieron sus casas y sus corazones para que yo no me sintiera extraña en Castilla, con gran orgullo he de decir, que no tengo amigos castellanos, sino familia adoptiva castellana, no es que todo fuera de color de rosa, pero me quedo con lo mejor de aquellos años que tanto significaron en mi vida, gracias al cariño que me brindaron las personas que allí conocí, hicieron que esos años que tuve que estar en Medina del Campo, pasaran en un vuelo y que los 700 Km. que nos separan, sean para mí como un agradable paseo.

Maribel Rodríguez Nieva