"La plaza de mi pueblo"
Gualchos que dicen que es donde empieza la Alpujarra, aunque está a cuatro o cinco kilómetros del mar, pues ese es mi pueblo. Es un pueblo muy pintoresco, como un balcón al mar, a Sierra Nevada, a la Sierra de Lújar o a la Contraviesa.
Tiene sus casa blancas , calles empinadas y limpias, con su iglesia tan hermosa y su torre que se ve desde todas partes; la fuente de la Mina con sus once caños de agua que está fresca en el verano y caliente en el invierno, que tanta gente va a coger para llevársela a sus casas y su grandioso lavadero donde antes siempre estaba lleno de mujeres lavando.
Pero quiero centrar mi atención en la plaza de este que es mi pueblo, que tan buenos recuerdos tiene para mí, os lo voy a describir,,, es una plaza muy bonita, cuadrada y queda un poco en alto, en ella desemboca cinco calles, con el edificio del Ayuntamiento; la rodean sus distinguidas casas con sus numerosos balcones al fondo. Una monumental fuente de piedra con cinco caños de agua que dan esplendor a la plaza, la rodean ocho árboles y otras tantas bancos.
Es aquí en la plaza donde se encontraban todos los establecimientos del pueblo, había tres tiendas de comestibles, dos bares, el estanco que era como un pequeño supermercado ya que había de todo un poco; también estaba la vieja central de Teléfonos que cuando alguien llamaba para dar una noticia un poco interesante se enteraba todo el pueblo antes que el interesado.
La pescadería en la que el pescadero que llevaba el pescado era como de la familia porque llevaba años y años llevando el fresco pescado y pregonando: ¡Que traigo el fresco pescado! Es así como lo recuerdo.
También había una posada muy grande o me lo parecía a mí, allí se hospedaban los transeúntes, los tratantes de ganado, los titiriteros que venían con sus espectáculos a alegrar a todos; aquí en la plaza veía los teatros, cercaban un trozo de plaza y la gente se tenía que llevar una silla. ¡Que alegría y que contenta me ponía! Cuando veía que habían venido los titiriteros que eran como los llamaban y nos hacíamos amigas de las niñas que venían pues eran familias enteras; una hacían teatro, otros cantaban y cada uno hacía lo que sabía hacer.
Así transcurría la vida en la plaza, los hombres sentados en los bancos hablando de la siembra o la recolección de sus frutos, las mujeres iban y venían con sus cántaros y pipotes de por agua de la fuente; otras con cestos de comida de las tiendas mientras las niñas saltábamos a la comba o la pierre, al pilla pilla, al veo veo, a los cromos y un largo etc.
Aquí también se celebraba las Fiestas Patronales, que ilusión cuando empezaban a arreglar la plaza, la adornaban con palmeras, bombillas y banderillas de colores; si me gustaba estar en la plaza, más me gustaba en esos días para no perderme un detalle cuando iban llegando los feriantes a poner sus puestos. Como Rosendo que traía el “Arca del turrón” que lo partía con un cincel y un martillo de duro que era, pero que bueno estaba y aquellos chupones de caramelo de todos los colores que valían una peseta y tenían para estar chupando toda la tarde o el puesto de los cacharritos que nos quedábamos la niñas boquiabiertas de ver aquellos juguetes que nos parecían tan bonitos, siempre mi madre me compraba algo.
Cuando llegaba el retratista con su máquina, con aquella manga negra que metía la cabeza para hacer el retrato, que ilusión cuando llegaba el carro de los helados ¡Qué ricos! De vainilla, fresa… todavía recuerdo sus sabores y lo mejor cuando llegaba la banda de música, que ya empezaba las fiestas, se ponía la plaza llena de gente, pues venían muchos forasteros.
Esta es la plaza de mi pueblo, aunque no ha cambiado la estructura si ha cambiado algo, La Posada sin perder su nombre se ha convertido en un gran Hotel Restaurante donde va la gente de todas partes a degustar sus platos.
La Central de Teléfonos la sustituyen las cabinas, en su lugar está la Escuela de Adultos; hay un gran Supermercado, han desaparecido las pequeñas tiendas, hay una heladería y un gran bar que se llama La Plaza.
Esta es la plaza de mi pueblo que aunque haya cambiado algo, yo siempre la recordaré, donde fui tan feliz con mis amigos y mis juegos de mi niñez que nunca olvidaré.
Pasaban los años y esta niña que tanto le gustaba jugar en la plaza, me estaba convirtiendo en una jovencita que con la pandilla de amigas nos reuníamos todas las tardes, sobre todo en verano, nos sentábamos en los bancos de la plaza hablando de nuestras cosas o paseando plaza arriba y plaza abajo. Los forasteros que venían en esa época que eran muchos al vernos pasear se extrañaban pero a nosotras nos gustaba porque era la costumbre que había entonces; también nos reuníamos en los bares y empezábamos a beber las primeras cervezas, mas bien refrescos pues la cerveza se encontraba muy amarga.
Hacíamos los famosos guateques, unas veces en una casa y otras en otras; allí nos reuníamos los muchachos y las muchachas, y con el tocadiscos bailábamos canciones del Dúo Dinámico, Carina, Los Pecos,… Otras jugábamos a la lotería, hoy llamada bingo, al parchís o nos íbamos al campo de excursión al pico del Águila; que es una montaña que hay cerca del pueblo, donde están la cueva de Las Campanas que se echa una piedra y llega al mar, es muy complicada la entrada, se han metido personas especializadas y son muy parecidas a las de Nerja. Voy con muchas frecuencia a mi pueblo y recuerdo mi niñez y juventud con cariño y alegría pues fui muy feliz allí los primeros años de mi vida que nunca olvidaré.
Paquita Ortega
Comentarios
Un saludo José A.
Un saludo Manuel Romero.
buena gracias me ha gustado
Un cordial saludo.
Puri.
marilina
es muy interesante un saludo
paqui
Carmen.
me ha gustado mucho tu relato lo estuve viendo por la noche quede impresionada
Saludos Mari Loli