Dícese de la fama de las suegras...


 


Dícese de la fama de las suegras...

Dícese de la fama de las suegras, no todas son iguales y por tanto no puedo compartir las coplillas camperas. Como a mi suegra no ofenderla que a esa la defiendo yo, diciendo de quemarla la leña la pongo yo. La mía sería: “A mi suegra no ofenderla que a esa la defiendo yo, es madre de mis amores y me ha criado una hija como un ramito de flores”
No solamente me crió una buena hija, lo que más cuenta son los hechos en nuestras vidas. Ni con mi propia vida le podía haber pagado todo el bien que hizo por mis hijos.
Allá por lo años ochenta, tal vez por mi trabajo y economía, tenía una propiedad y un pequeño cortijo y los fines de semana acudían muchos familiares y amigos. En 1983 desgraciadamente tuve un accidente con rotura craneoencefálica , otorragia derecha; roturas: cervicales, clavícula, hombro derecho y tres costillas. Cuatro días en coma.
En esos momentos en el Hospital Clínico no daban esperanzas de vida y según mi esposa por allí no apareció nadie. Pasados cuarenta y ocho días, un traumatólogo llamado Malde Howel me daba el alta siendo un total vegetal, salía andando sin saber dónde estaba. No conocía a nadie, no podía mover el cuello y cada dos por tres estaba en el ambulatorio o hospital; por las cervicales que en un principio no me las vieron rotas.
Nuevamente me mandaron al Clínico, otros cuarentas días y me mandan a la clínica la Fraternidad donde un carnicero o traumatólogo dice de operarme. Había varias personas con los mismos síntomas y les hablé de la consulta, había uno que lo operaron de lo mismo y ya estaba en silla de ruedas caminito de Aragón , creo que era de Alcañiz. Todos me dijeron que no te pongas una mano encima. Pido hablar con el tal Ayala para pedir opinión y rotundamente me da el alta definitivamente.
Pasaron seis meses y me dieron la baja en la Seguridad Social, no tengo ni paga, ni medicinas para mis hijos o esposa. La empres para la cual trabajaba da parte a la aseguradora; la cual me demanda y mira por donde el día del servicio no aparece documento alguno y si estaban los Malde Hower por cuenta propia y el Ayala, y lo perdí.
Recurrí aportando todas las fotocopias habidas e igualmente aparecieron los mismos con el mismo resultado. Los abogados que después de tanto mo me cobraron nada y no habiendo posible apelación me recomendaron que si no conocía algún político le diera toda la documentación y se la enviará al Defensor del Pueblo que era el honorable Don Joaquín Ruiz Jiménez. A los quince días recibí la revocación total y que me tenía que abonar todo el tiempo transcurrido; se me valoró una minusvalía de un 39%.
Que tres años de amarguras, cuando la mente reaccionaba y veía a mis niños, más bien necesitados y preguntaba por la familias nadie sabía nada; allí solo estaba mi bendita suegra que cuidaba de todos nosotros.
Siempre había sido aficionado a poner inyecciones y alguna cura que otra y un amigo me aconsejó que si hacía unos cursillos de sanidad podía entrar con la minusvalía en la Seguridad Social, y gracia a Dios esto sí fué un puro milagro.
Por pura casualidad el banco creo que se apiadó de nosotros, tres años sin pagar la hipoteca y nos veíamos en la calle, y gracias a Joaquín Ruiz Jiménez nos poniamos al día. ¿Será cierto que Dios aprieta pero no ahoga?.
De los siete hijos de Dolores Rodríguez Hidalgo, los más cercanos fuimos nosotros y las cuatro hijas solamente dos se preocupaban de ella. A mí me daba pena por lo buena que siempre fue y además siempre tenía presente a mi madre que aún no habiéndose acordado de mis males, nosotros le acompañamos hasta su fallecimiento solicos, teniendo siete hijos. Murió con su pleno conocimiento, solo tenía 62 años, firmé su alta para no tener que venir pagando por todos los pueblos.
Tenían las dos la misma edad, se casaron con 17 años y cada una siete hijos, sufrieron muchísimo, una guerra hermanos contra hermanos; la pobre nunca se quejaba, aunque la veía con un vientre anormal y unas arcas que le daban y pensé en contárselo a un médico de la Guardia, Doctor Sofor, de origen griego; sin pensarlo, vamos a ver a tu mamá.
Nada más verla, me dice: Llama a la ambulancia para ingresarla en el hospital. Con un riñón perdido y el otro totalmente dañado, fue operada de inmediato; de no haberlo hecho como máximo le quedaban tres días de vida. Se operó también de las dos rodillas. Falleció en 2012 a los 93 años.
No encuentro palabras, ni tan grandes ni elocuentes en el diccionario de agradecimiento por su bondad infinita y por todo ello que Dios la tenga en su Gloria. Porque bien merecida la tiene, con los ojos cerrados voy a su nicho, lo limpio y le pongo sus flores.
Juan Pérez

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