Vivía en la calle Esparraguera


     Vivía en la calle Esparraguera, junto al colegio del Ave María, ese era mi colegio, a mí me gustaba ir al colegio; cuando no podía ir lloraba. Quería estudiar Información y Turismo, pero no pudo ser.

     Un poco más debajo de donde yo vivía había un lavadero, mi madre madrugaba mucho para poder coger una pila, pero algunas veces no había por qué había mucha gente; entonces se iba al lavadero de La Fábrica Burgos, que era un riachuelo grande que venía como una cascada de agua de lo alto del monte donde se lavaba la ropa; eran piedras muy grandes, se dejaba la ropa tendida y volvía para darnos el desayuno y luego se iba otra vez.

     En Motril mi padre era un pintor muy conocido, le pintaba a casi todos los ricos de Motril, entre ellos a un Marqués que no tenía hijos, yo iba todos los días a llevarle el desayuno, me tomaron mucho cariño. Un verano le dijeron a mis padres que me dejaran con ellos, estuve solo una semana porque tenía que cuidar de mis hermanos.

      La casa era como un palacete con unos jardines muy bonitos, un estanque con muchos patos, yo disfruté como mucho en esa casa; me hicieron muchos regalos, cuando mi madre fue a recogerme el marqués habló con mi madre y le dijo que me dejaran con ellos que ella tenía más hijos y que me mandarían a estudiar, haciéndome una señorita y que me iban a cuidar con mucho cariño; pero mi madre le dijo que por muchos hijos que tuviera no daría ninguno.

     En el año que iba a hacer la comunión tenía mucha ilusión por ponerme el vestido blanco y el velo; entonces, tuve la mala suerte que mi padre cayera enfermo de pleura y estuvo un año en cama sin poder trabajar y entonces me dijo mi madre que no podía hacer la comunión, y la hice con un vestido normal y cuando veía mis compañeras vestida de blanco con aquellos vestidos tan bonitos me daba mucha pena.

     Cuando mi padre enfermó, mi madre no tenía ni para comprar la penicilina, ni darnos de comer, gracias a un farmacéutico que mi padre le trabajaba y le dijo a mi madre que no se preocupara; que el le daría toda la que le hiciera falta hasta que se pusiera bueno; y también gracias a mis abuelos que nos daban de comer. Yo recuerdo que mi abuelo le decía a mi abuela: as bastante comida que no valla a faltarle a los niños.

     Pasó el tiempo y mi padre se puso bien y empezó a trabajar, cuando mis hermanos hicieron la comunión llevaban unos vestidos preciosos, se lo hizo mi madre y yo tenía la misma ilusión, era como si los llevara puestos.

     Sober mi infancia poco tengo que contar, porque siendo la mayor de cinco hermanos mi infancia acabó cuando tuve que cuidar de mis hermanos pequeños; así que con nueve años tuve que dejar el colegio para ayudar a mi madre cuando ella salía temprano a lavar la ropa.

     Me dejaba en casa con mis hermanos, yo rezaba para que llegara pronto para ir a jugar con mis amigas; pero en aquella época una madre con cinco hijos sin los adelantos de hoy en día trabajaban como mulas.

     Recuerdo un día que mi madre salió y nos dejó en la casa cerrada con llave, mis amigas vinieron a recogerme pero la puerta estaba cerrada y no podía salir, una de mis amigas me dijo que asomara por la cerradura y ella metió una aguja de hacer punto por el agujero y la clavó en el ojo; por aquel entonces no había Hospital, ni Seguridad Social, así que mi madre me llevó al único oculista que había en Motril.

     Pero poco hizo porque pedí la visión de ese ojo. A pesar de eso conservo muy buenos recuerdos de mi infancia. Cuando tenía diecisiete años empecé a trabajar en una tienda llamada Menfhis, una tienda de ropaje señoras.

     Los dueños me querían mucho y tenía dos compañeras que aún hoy en día conservamos una gran amistad.

     En aquella época viví una experiencia muy bonita porque me eligieron Dama de Honor de la Reina de Las Fiestas en agosto del año 1965; no era un concurso, las chicas eran elegidas por miembros de la Cámara de Comercio entre todas las chicas de Motril que ellos veían por la calle diariamente, en esos días me llevaron a muchos actos públicos. La misiva decía así:

     El Presidente del Centro Cultural Recreativo y por delegación de la Comisión Organizadora de los festejos patronales, tiene el placer de comunicarle que ha sido designada Dama de Honor para formar parte en la Corte que presidirá los mismos, rogándole respetuosamente que acepte tal designación, ya que con su distinción y belleza dará realce a los actos, y luz, colorido y esplendor a Motril.




Mari Carmen Fernández



Comentarios

Maruja ha dicho que…
Un precioso telato y muy bien narrado. ¡¡MAGNÍFICO!! felicidades Maruja.
Anónimo ha dicho que…
¡Muy bien MªCarmen! Un buen relato,son recuerdos que a todos nos llegan al alma. Un abrazo Maribel.
Serafín Prats ha dicho que…
Mari Carmen Fernández, has escrito un relato muy bonito yo tambien me identifico con aquellos años,ha sido precioso, por favor no dejes de escribir esas cosas tan preciosas, un fuerte abrazo de tu amigo, por cierto estás guapísima tambien te acompaña el peinado de nuestra gran amiga, un fuerte abrazo
Unknown ha dicho que…
tu relato me ha emocionado¡FELICIDADES,AMIGA!
Mª Angeles Pérez ha dicho que…
Hola paquita me ha gustado mucho tu comentario que recuerdes tu niñez es muy bonito

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