En un pueblo de Granada
En un pueblo de Granada de la baja Alpujarra había una familia humilde pero muy trabajadora.
Los padres Luís y Martirio eran jóvenes agricultores que vivían de su trabajo con muchos sacrificios y la tierra no producía.
Tenían dos hijos pequeños, pensaron en irse a América, concretamente a Buenos Aires, con los pocos ahorros que tenían decidieron emprender el viaje a América del Sur.
Salieron del pueblo con destino a Cádiz, después de estar en la ciudad gaditana unos días salieron en el barco rumbo a la capital argentina.
Sacaron los pasajes más baratos que había, por lo tanto iban en los sótanos del barco; les dio el tifus al padre y a los dos hijos. Los que eran tan pequeños le dio muy fuerte esta enfermedad y murieron los dos.
Los padres apenados y afligidos estaban amargados, llegaron a Argentina después de muchas penas por haber perdido a sus dos hijos.
Cuando llegaron a América se pusieron a buscar trabajo, tardaron en encontrarlo pero lo encontraron en una gran finca argentina; los cogieron para trabajar en el campo.
Luís que era buen agricultor se puso a trabajar en el campo y lo hacía muy bien; lo querían mucho los dueños de la finca.
Martirio solo sabía hacer las faenas de casa, ella que tanta falta le hacía el trabajo mintió y dijo que era cocinera. Le dieron trabajo en la cocina las compañeras le fueron ayudando y la enseñaron a hacerse una buena cocinera.
Les fue cambiando la vida con su trabajo y su juventud y su esfuerzo; los dueños de la finca le proporcionaron una pequeña casa en el recinto de la finca; él ya era guarda y encargado de la finca del agricultor.
En Argentina tuvieron dos hijos María y Paulina, pasaron siete años en aquellas tierras trabajando duro, decidieron volver a España. Llegaron a Cádiz después de un largo viajes.
A Martirio le dio un fuerte dolor de muelas y tuvo que buscar a un dentista para que se la sacaran. Tuvo que buscar un dentista para sacarse la muela. Al salir le seguían dos hombres, justo detrás de ella, asustada cada vez más ya casi no podía andar; se dio cuenta de que iban a por ella.
Por fin llegó donde estaba el marido y las niñas, tomaron el coche camino al pueblo que le vio salir; cuando llegaron al pueblo compraron un terreno que era un pedregal, en lo más alto de la finca había un llano y allí hicieron una era para trillar el trigo y los granos que había en el campo.
Después de trabajar mucho limpiaron todo el terreno, hicieron un cortijo y allí vivían. Pusieron plantas y las vendían, tuvieron dos hijos más; vivía más desahogados pero sin dejar de trabajar mucho.
Adela Benavides
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