"Mi abuela Lola"

      Recuerdo a mi abuela Lola cuando me cogía en brazos y me daba chocolate, tenía un puesto de embutidos, iba siempre a pedirle un duro para comprar chuchería; un día me quedé en su casa, a mi primo Vicente mi abuela le daba un zumo de naranja, un día lo cogió y se lo tiró por encima, mi abuela lloraba con desconsuelo; y le dijo a mi padre que trajera las cajas de naranjas del campo y su madre le regañó.

     Cuando me operaron de las anginas, me regaló un burro, para mí era la mejor, yo la quería mucho. Cuando se la llevaron a la residencia lloraba porque la iban a sacar de su casa. Mi madre se la llevó a mi casa y mi padre no la quería y cogió y se fue a dormir a la autoescuela, a mi me pasaron a otra habitación.

     La Guerra Civil española le pilló en Granada, estaba buscando a su marido y le dijeron: a tu marido se lo han llevado en un camión al cuartel de La Palma. Mi abuela que iba con el recién nacido que era mi madre, cuando llegó al cuartel le dijeron que a su marido se lo acababan de llevar.. Mi abuela con su niña en los brazos llegó a una posada de Emilio Puga y tuvo que meterse a trabajar allí hasta que pasara la Guerra.

     Se tuvo que venir en un burro a la Sierra que era su casa de sus hermanos, le dijeron de quedarse hasta que pasara la guerra, pasaron los meses y mi abuela y mi madre ya se pudo venir a su casa de Motril en la que le esperaba su familia.

     Cuando conoció a su segundo marido, que era un jugador de cartas, un día cogió a su hijo de la mantica para matarlo y mi bisabuela le dijo que tomara el dinero y no volviera más por la casa. El se mató en un accidente de camión cargado de marranos.

     Conoció a su tercer marido que era de Itrabo, aquel fue el que le quitó a mi abuela de vender en el Mercado Municipal y puso a mi tía Angelitas, que le robaban en el puesto, en la Caseta Franco se le fue la cabeza y lo metieron en San Juan de Dios, en Granada, en un Hospital.

     Mi tía Angelitas le roba la herencia a los hermanos y mi tía María se le muere un hijo en la piscina de la parcela. Mi tía María ya mandó a su hijo Javi, el niño era pequeñito, cogió un cubo de hierro y lo metió en la piscina y lo hundió hasta el fondo. Cuando llegaron los hermanos y el padre sacaron el cuerpo del niño sin vida, a mi tía Mari se le fue la cabeza al ver el cuerpo sin vida de su hijo.

     Mi abuela Lola tenía gran pena porque se le había ido su nieto, el marido de mi tía Mari era un chulo que la volvía loca, le daba pastillas para envenenarla. El señor Cuevas, el marido de mi tía. Mi abuela Lola se la llevó a su casa, mi tía Angelitas no la quería en su casa a su hermana la hecho de su casa.

     Mi tía Marí se quedó en la calle, el marido de mi tía María le quitó los niños, mi abuela le compró un piso en mi calle para que estuviera al lado de su hermano. Mi abuela Lola ha pasado mucho en la vida.

     Mi tío Miguel le gustaba el juego, mi abuela le dijo a su hijo que no fuera como su padre, él no hacía caso; un día lo perdió todo en las cartas y mi tía Isabel le dijo a mi abuela: Suegra, no puedo más. Ella le respondió: tiene los genes de su padre, de jugador.

     Mi abuela nunca conoció la felicidad, cuando lo tenía todo, después se vió en la calle, de tener todo a quedarse sin nada por darle la herencia a su hija en vida, la herencia de todo; al cabo de los meses se murió su marido y la familia se pelearon con mi ti Ángeles, mi abuela tuvo Alzheimer y después estaba siempre metida en la cama, era como una niña pequeña, se lo hacía todo encima. Mi madre la cambiaba la pella, a la mijilla le daba la papilla, se ponía a chillar; en mi casa no se podía dormir; se levantaba y un día se cayó y se pegó con el pico del armario. Mi madre que la vio tirada en el suelo y sangró mucho la tuvimos que levantar deprisa. Mi madre le curó la frente, después ya no se levantaba más de la cama. Aunque, un día se le encharcaron los pulmones a mi abuela y se murió en la casa.



José Váquez