"Conjuros y Sierra del Jaral"

 


Conjuros y Sierra del Jaral

 

Las cotas principales, de norte a sur, son 998 metros en la Sierra del Jaral, 951 y 952 metros en Las Peñuelas, 789 en el Cerro de La Monja y 832 en Los Conjuros. Constituye una prolongación del núcleo de Sierra de Lújar que actúa como divisoria de aguas entre este y oeste. La impermeabilidad de los materiales procura numerosos barrancos y ramblas a ambos lados de la cresta.

La zona está cubierta de pinos, procedente de la repoblación antigua, por lo que su porte es ya considerable. Solo en la parte de la Sierra del Jaral aparece un bosque mixto, que estaba integrado por alcornoques, pinos y algarrobos; aislados o en grupos, y algún jirón cultivado de almendros y frutales.

El sotobosque presenta las especies comunes de un matorral de sustitución: fundamentalmente las jaras que dan nombre a la sierra y están representadas por al menos cuatro especies (Citus albidus, Citus laurifolius, Citus ladanifer y Citus clusii); otras especies frecuentes son cantueso, bufalaza, aulaga, retama…y algún resto de clímax como palmito, acebuche o clemátide. En las ramblas son frecuentes además adelfas y torvizcos.

La divisoria de aguas establece también lagartijas, alguna culebra y pajarillos como chochines, verdecillos, ruiseñores, tarabillas… lo más grande son los mirlos y las abubillas. En una alberca de agua limpia y helada encontramos renacuajos de sapo, coleópteros  y moluscos.

El valor de este lugar es, más que cualquier otra cosa, el de advertencia. Lagos era un pueblo agrícola y ganadero, dependía de los cultivos de secano instalados en sus alrededores, especialmente almendros. La roturación en pendientes muy fuertes hizo que la erosión desnudara la roca subyacente que hoy aflora por doquier y que, obviamente, es incultivable. Este ha sido uno de los principales motivos del abandono de Lagos, quedando hoy la actividad reducida al pastoreo y el cultivo de algunos bancales cercanos a la rambla.

 Parajes naturales de la comarca de Motril, 1986

Francisco Tarragona, José Antonio Hódar y Carlos Sarompas


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