"La primavera"
¡Ay, cómo ríen los prados!
¡Ay, qué alboradas se oyen!
ROMANCE POPULAR.
En mi
duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de chiquillos. Por
fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la cama. Entonces, al mirar
el campo por la ventana abierta, me doy cuenta de que los que alborotan son los
pájaros.
Salgo al huerto y canto gracias al
Dios del día azul. ¡Libre concierto de picos, fresco y sin fin! La golondrina riza, caprichosa, su gorjeo
en el pozo; silba el mirlo sobre la
naranja caída; de fuego, la oropéndola charla,
de chaparro en chaparro; el chamariz ríe larga y menudamente en la
cima del eucalipto, y, en el pino grande, los gorriones discuten desaforadamente.
¡Cómo está la mañana! El sol pone en
la tierra su alegría de plata y de oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las flores, por la casa—ya
dentro, ya fuera—, en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en
estadillos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva.
Parece que estuviéramos dentro de un
gran panal de luz, que fuese el interior de una inmensa y cálida rosa
encendida.
Comentarios