“UN PLANETA MALDITO LLAMADO TIERRA”
Cuantos odios y maldad hay
en los poderosos, que sólo saben comprar armas de fuego para destruir vidas
humanas, mientras en el Tercer Mundo mueren de hambre, sed y malos tratos. Es
lo mismo que cuando se forma una guerra, se puede evitar pero el hombre, antes
que una guerra que a nadie le hace falta.
Es que los gobiernos aún
no se han enterado que mueren 500 niños todos los días. Cuando van los
periodistas llamados reporteros a hacer un reportaje al Tercer Mundo para que
todas las naciones de todo el mundo, para que veamos las miserias y hambres que
hay; esto es para conmover a todos los humanos. Han cometido un gran error, de
qué han servido esos reportajes si los que gobiernan el mundo solo se sabe que
pasan de todo. Cuando nos piden votar vamos corriendo como corderos, como si
fueran al matadero.
Porque en todos los
pueblos del mundo solo hay odio, ambición, racismo y maldad, que dejen a los
niños del Tercer Mundo morir de hambre porque a los gobiernos le gusta jugar a los
soldaditos.
Que hipocresía en este
cochino mundo, que dejen morir a niños inocentes para luego ellos comprar
tanques y aviones, para enriquecer a los americanos, cuando hay otra guerra más
importante, la guerra del hambre.
Porque es lamentable que
muchos se llenen sus barrigas y otros mueran de hambre. Y los marginados que
pidan a gritos pan y paz.
Antonio Gallego Martín,
Motril 28 de Mayo de 1988
Tom y Louisa
Louisa tenía buenas
relaciones con sus padres, hicieron un baile de amor hacia ella, de la alegría
de tener su hija. En casa cuando estaban hablando un joven llamado Tom se le
acercó, había cumplido 20 años.
-Por favor, me permite este baile.
-Está bien, como prefiera.
-Me llamo Tom..
La
invito a salir al jardín donde se enamoraron los dos.
-Tom, tienes que decírselo a mi padre que nos
queremos.
-¿No crees que es demasiado pronto para eso?
-Nunca es tarde si deberás nos queremos, piensa
que ya tengo 20 años y lo peor de todo es que estamos en guerra, como sabes la
guerra no trae nada bueno para nadie, menos para los dos.
Tom
habla con el padre de Louisa que estaba en su despacho, pega en la puerta…
-Adelante, buenos días, ¿en qué puedo servirle?
-Ante todo voy a presentarme, soy el prometido de
su hija y vengo a pedirle su mano porque la quiero mucho.
Anunciaron la boda de Tom
y Louisa, se casaron un domingo por la tarde, asistieron toda la alta sociedad
menos los amigos pobres de ella; olvidándose de ellos a los que Louisa quería.
Dejaba atrás sus buenos sentimientos.
Comenzó las pesadillas
para ella, veía que Tom se tenía que marchar a la guerra y no podía hacer nada
para que se quedara; se tenía que incorporar a la que le declaró Alemania a los
ingleses.
Cuando se marco Tom
dejó a Louisa que estaba embarazada de tres meses, le mandaba carta
diciéndole que estaba bien y que pensaba mucho en ella y en nuestro hijo;
cuéntame cómo lo pasa nuestro hijo.
Le decía que su padre estaba
muy enfermo, grave, se muere; quisiera que estuvieras aquí. Mi madre enferma,
me voy a encontrar muy sola, solamente la compañía de tu hija Susi, ¡Ven, por
favor!. Te necesito a mi lado.
Estoy pasando mucho desde
que te fuiste, ven Tom, ya tiene cinco años nuestra hija; aún no conoce a su
padre, me pregunta:
-¿Mamá, dónde está papá? Nunca lo veo.
-Está en el ejército.
Cuando
vino Tom, acabaron los problemas de Louisa.
Antonio Gallego Martín
“Un mundo sin estrellas”
Andalucía, Andalucía
tú que estás dolería
a través de los años
Tú que has visto llorar a tu
gente,
tú que has visto las miserias y sufrimientos.
De los errores humanos
cuantas humillaciones
soportaron
tus hijos, mi Andalucía.
Cuantas hambres y frío
pasaron,
tus gentes fueron
pisoteadas,
apaleadas como animales.
Cuantas veces estaban
labrando cañas de azúcar
y los arreaban como
burros.
Sin pensar que también
los pobres son humanos,
despierta de una vez mi
Andalucía,
despierta que está
dormida.
Cuanto odio habrá en los
rostros de tus hijos,
Andalucía que ya están
hartos de sufrir
por tanta tiranía,
de hambre, frío y miserias
Antonio Gallego Martín
“Un mundo de negreros”
Cuantas mujeres explotadas
por la sociedad que se aprovecha de las necesidades de estas pobres
trabajadoras; después de que son mal pagadas, tienen que soportar los insultos
de las patronas de los servicios domésticos.
Aprovechándose de las
circunstancias de estas mujeres de servicio doméstico que no tienen más
recursos, sufrir y consumirse poco a poco.
Cuantas marginaciones
tienen que soportar para ganar unas monedas para el sustento del día, para
pagarles el pan a sus hijos. Cuando hablan de igualdad para todos es para
echarse a reír; la igualdad es para los ricos, para los pobres solo
humillaciones.
Hay mujeres que llevan
más de veinte años y apenas tienen
seguridad social. Y a esto le llaman progreso, engañar a estas mujeres
trabajadoras del hogar.
19/02/1986
Antonio Gallego Martín
“El canto de los pájaros y
la voz humana”
A quién no le gustaría
los cantos de los pájaros
cuando cantan en las ramas
o cuando están en el
campo.
Con que belleza beben agua
en los arroyos y con que
alegría
abren sus alitas para
bañarse
del calor de mayo del sol
que les cobijaba.
Con cuanta felicidad
los pajarillos reciben las
claras del día,
cuanta dulzura y belleza
hay
en estos seres vivientes
aunque son perseguidos
por los hombres sin
corazón.
Ellos tienen derecho a la
vida
como el ser humano.
Si los animales pudieran
hablar
nos enseñarían cómo
exclamar.
Aunque los pajarillos
tienen el corazón chico
ya quisiéramos tener los
humanos
el corazón chico y
sabernos amar unos a otros.
Nos matamos por odio o por
placer.
Los pájaros por la mañana
cuando sale el sol
miran al cielo
con las alas en cruz
dando gracias a Dios,
lo que los humanos no
hacemos
22/02/86
Antonio Gallego Martín
Un
hombre condenado a muerte por delitos que no cometió, este condenado se llama
José, tenía una hija que todos los días iba a la prisión a ver a su padre. Le
daban malos tratos, cuantas penas y amarguras había en el rostro de esta hija,
de no poder hacer nada por él.
Era
el 24 de marzo de 1892, cuando tenían que llevar acabo la persecución, era una
tarde nublada; por cierto, era viernes a la cinco de la tarde cuando tenía que
morir. Cuando su hija le dijo al Rey: Majestad si yo le digo una adivinanza y
no la acierta dejará a mi padre libre, y aceptó.
“Primero
fui hija, segundo madre, el infante que yo crio es marido de mi madre”.
El
Rey no pudo adivinarla, entonces le dijo a la joven: Te ordeno que me des la
respuesta. Majestad, el infante que yo criaba era mi padre, que yo le daba el
pecho para que no muriera de hambre; aquí están las respuestas. Que coste que
es verdad.
Motril, 21 de febrero de 1986
Antonio Gallego Martín
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