"Tengo un sueño" El regreso de Pangallo

Se presentaba en la Casa Ruiz  el pasado jueves 24 de octubre la nueva novela de Joaquín Pérez Prados "Tengo un sueño" El regreso de Pangallo, un texto ameno en su lectura que nos muestra la sociedad motrileña actual bajo el prisma y el corazón del personaje motrileño Pangallo que regresa de su viaje al nuevo mundo, donde llevó la dulce caña de azúcar, después de un largísimo sueño intemporal.

 …Y en el aire urbano, en las principales plazas de las ciudades, se eleva un clamor de voces descontentas, indignadas, pidiendo responsabilidad a los políticos, a los grandes banqueros, a los especuladores, y demandan cambios radicales en la sociedad.
Pero la crisis no viene sola, lo hace acompañada del saqueo de los recursos naturales, del enriquecimiento de una minoría, la contaminación del planeta y el cambio climático.
¡Que amanezca ya!


Le acompañó en la presentación Jesús Cabezas y Enrique Cobos



Pérez Prados, Joaquín
(Motril, 1952).
Poeta y novelista. Aunque en sus precoces balbuceos literarios iniciales destacó como poeta –siendo en su día uno de los miembros fundacionales más activos y brillantes del Colectivo de Poetas Motrileños–, con el devenir de los años, un abnegado tesón y una admirable dedicación, su voz se ha convertido en la del narrador más prolífico y destacado de las letras motrileñas actuales. Ningún autor local ha llegado a escribir y, mucho menos, a publicar a lo largo de la historia, tan ingente número de títulos y de novelas, algunas de las cuales han llegado a ser galardonadas en prestigiosos certámenes de narrativa celebrados a lo largo y ancho el territorio nacional.
Estudió el Bachillerato en el Instituto Técnico –hoy Instituto «Julio Rodríguez»– con la primera promoción de bachilleres surgida de un instituto público en la historia de nuestra ciudad. Cursó más tarde estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Granada. Tras diplomarse en dicha ciudad, donde había sido detenido a manos de la policía franquista por una intensa y clandestina actividad política y obligado, en franca represalia, un año antes, a realizar en Ronda el servicio militar, iniciaría luego un largo periplo biográfico y profesional que lo llevó a Barcelona –donde residió nueve años y conoció en sus carnes el peso del desarraigo–, Alcaucín, Calahonda y, finalmente, Motril, ciudad en la que acabaría jubilándose en 2012 como maestro especialista y de apoyo de los colegios «Príncipe Felipe» y «Los Álamos».
Se dio a conocer como poeta en Santa Coloma de Gramanet, donde el Casal de Cultura de dicha ciudad le publicó en 1980 su primer libro de versos, Poemas cotidianos, un entrañable librito de temática amorosa rodeado de un sugerente halo de melancolía cuya lectura, pese al largo tiempo transcurrido desde su edición, sigue despertando aún mucha candidez y mucho gozo. El libro suponía un giro importante en su creación literaria hasta ese momento, un golpe de timón en sus planteamientos poéticos primigenios, pues sus propuestas habían estado fuertemente marcadas hasta entonces por un discurso marcadamente contestatario, con implicaciones de carácter sociopolítico e ideológico.
La crítica local ensalzaría, años más tarde, la fuerza del amor implícita en sus versos y la gran carga emotiva que dicha obra poética transmitía al lector: «El ritmo interior, que es punto imprescindible en la eficacia de los poemas, lo consigue. Uno de los primeros balances críticos a su obra lo realizó a principios de los ochenta Cristóbal Zafra, quien escribió de él: «La trayectoria del poeta Joaquín Pérez Prados es, en mi opinión, una batalla por la sencillez; le recuerdo, al principio, por los años 76 y 78, con poemas salpicados de racionalizaciones bruscas y de forzados análisis sociales, mezclados con intuiciones poéticas de talante puramente estético o artístico; era la época en que estaba convencido de que la poesía válida tenía que ser prioritariamente un arma de agitación política y denuncia social, obviando científicamente los temas románticos, religiosos, filosóficos, o engendradores de desilusión, por su autodestructividad, estancamiento o inutilidad. […] 

Jesús Cabezas Jiménez

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