"Viajamos a Tarrasa"
Viajamos
a Tarrasa
Estos
pasados días pasé por la agencia de Halcón Viajes, con el objetivo
de comprar los billetes, la sorpresa, es que no había, para el día
que queríamos. Después de esperar una semana, nos darían a la
siguiente, el nueve de mayo a las ocho cuarenta, en el coche
veintiocho, plazas 9-D—9-C.
Hemos
salido a las seis de la mañana en el coche de nuestro hijo Manuel.
La llegada a la estación de Málaga, María Sambrano, donde nos
subimos mi mujer y yo. Pronto se ponen en marcha los motores. El sol
se filtra entre los cristales del techo en la estación, mientras van
llegando los pasajeros, buscando los asientos asignados.
Buenos
días, coloquen el equipaje en los sitios adecuados, comenta la
azafata por megafonía, en pocos momentos hace la salida. La gente
actualiza los móviles, segundos que empieza a de inmediato, el cielo
permanece raso, las montañas se divisan en ambos lados de las vías,
que se extienden por la serranía de Málaga, con una temperatura de
dieciocho grados en el interior del Tren 3993. Este, que parece un
fugitivo, adentrándose en los pequeños túneles, antes de llegar a
la primera estación en Ante-quera,
Aquí
se siente el cosquilleo de los frenos, en el posa pié del asiento.
Mientras suben los pasajeros de Granada. Esta ciudad que lleva años
esperando su AVE, que tanto daño está haciendo a los pasajeros, que
viajamos, los granadinos no nos merecemos, ser los menos comunicados
de todas las provincias españolas.
Ante-quera
tierra de olivos, que se extienden, por ambos lados de las vías, en
esta ruta por donde pasamos en este momento.
Es
la hora de tomar un pizquéis labio, mientras este coloso se
balancea, en las campiñas, donde iban los granadino a la siega, cada
campaña, pronto se escucha por megafonía, próxima parada, Puente
Genil. Cuando llevamos unas tres horas de trayecto, la canícula se
deja ver por los cristales, de las ventanas derechas, en este caso el
sur. Bueno ahora vamos hacia Zaragoza, un momento en el que utilizo,
para tomar un poco de alimento. Esto no es un barco, en la bandeja he
puesto un baso con refresco y no se ha derramado ni una gota de
líquido. Allí a lo lejos van apareciendo unas nubes blancas, pasa
el camarero con su carrito, anunciando bebida y café, es una
historia que se repite en cada trayecto. Por estas tierras no se nota
tanto el cambio climático. Todo está verde y frondoso, todo está
vivo y hermoso. Los campos de muchos colores, llenos de hermosas
flores, unos suben otros bajan, esto es primoroso.
Reanudamos
la marcha, va tomando su velocidad endiablada, esto que se ve está
más pelado que un chino. Ha empezado la segunda película, de esto
no se entera uno ni una papa. Los pasajeros se mueven de un lado a
otro, intentando de estirar los músculos y mirar por las puertas la
estación, sigue la ruta.
Estas
tierras son muy pobres, no crecen ni las matas, las montañas están
carbonizadas de los incendios, que hay cada verano. Ahora se va
nublando, y no se ve el azul de esta mañana, cuando esperábamos la
salida. Creo
que vamos hacia Tarragona, este según noticias no va a pasar por
Lérida, igual que el anterior viaje. En este habitáculo hay una
temperatura de veinticinco grados. Este año se ven los parrales
cubiertos por una fina tela blanca, parece que las últimas heladas,
han advertido a los labradores. Los espesores riegan los cultivos de
cereales, por aquí va sereno disminuyendo la velocidad. ¿Qué
pasmoso se pone el tren? Cuando va llegando a la parada.
Vamos
hacia la estación de SANT donde llegamos a la hora prevista. Esto es
un laberinto de personas de todas las nacionalidades, todos corren
todos se apresuran buscando los trenes de cercanías. Nosotros
buscamos de resellar el billete, subimos, bajamos esto es un
lío, hasta llegar a coger el de cercanías, que se adentra por las
entrañas de la Ciudad de Barcelona, hasta la llegada a Tarrasa, que
se tarda casi una hora. Allí esperaba la niñera de mis nietos, que
nos llevó a casa de mi hijo Javier. Tuvimos un gran acogimiento con
los nietos, toda la noche. Al día siguiente los llevo al colegio.
Después voy a un mercadillo que ponen los miércoles, me he comprado
unas alpargatas, para andar cómodo. Tan bien haciendo la compra,
recorriendo varias calles de las más importantes, en la parte norte
de la ciudad.
Hoy
ha amanecido lloviendo, están cayendo unas finas gotas de agua,
todos los niños iban con paraguas. Por cierto me he comprado uno,
aunque no me ha hecho falta, también unas cerezas, que por cierto
están buenísimas. Siempre me gustaron, cuando iba con mi madre
desde pequeño al mercado de Motril. Así cada año cuando les veo no
dudo en comprarlas. Ayer
tuve un buen día de ajetreo, haciendo la compra, aunque hizo, una
buena temperatura, como apretaba el rey astro, aquí no hay dos
jornadas iguales, hay mucho cambio de tiempo es cambiante, en cada
momento.
Hoy,
sin en cambio ha amanecido lloviendo, los niños, los padres y
abuelos todos van provistos de paraguas. A mi me sorprende, ya que en
la costa de granada no llueve casi en este mes de mayo.
Ya
comentaban en la puerta del colegio, los nativos que hacia falta que
lloviera, el cambio climático lo estamos padeciendo todos explicaban
entre ellos. Ahora ha salido el sol, por lo que aprovecho, para ir al
mercado Municipal, hoy el pescado que sale del mar está por las
nubes. He paseado una zona diferente, las calles están muy
concurridas, la gente aprovecha, ahora que ha salido el rey astro.
Hoy
viernes, he llevado los nietos al colegio, después me he dado una
caminata, para comprar el pescado. Las calles son interminables, con
numeraciones que pasan de los trescientos números, aquí no es igual
que en Motril, que en veinte minutos se corre toda la ciudad.
El
lenguaje catalán es el más escuchado, incluso las personas que han
llegado de otras regiones. También son muchos los que llevan los
nietos al colegio. En lo que respecta al tiempo, no es muy estable,
de pronto hace un sol radiante, como empieza a llover igual que ayer.
Hoy
hace fresco, por las sombras de las calles, por donde transitan
muchas personas por las amplias aceras. He ido a la farmacia, a por
una medicina, para mi mujer, es el único nombre que hay en
castellano. Al entregarle la cartilla de la seguridad social, me ha
contestado que esto no vale. Seguro que si viajara por España
tendría que llevar diecisiete cartillas, para mí esto es un
cachondeo.
Esta
tarde he estado en el colegio del nieto Eric, que han celebrado una
fiesta, ha sido muy amena y divertida, donde ha actuado con una
flauta, hay que ver la cara de satisfacción , que tenían los niños,
los abuelos y padres. Después
hemos ido al entrenamiento del fútbol, así que toda la he pasado
entretenido, estos nombres catalanes no los entiende uno, y quizás
ni dos.
El
sábado fuimos a Campanilleada, para comprar el dormitorio de la
Irene, para montarlo después, que por cierto fue algo complicado. Ha
sido un día de transito por la ciudad, donde he conocido, una gran
parte de lo que no conocía, es trabajoso recorrer las calles tan
prolongadas, que parece no tener fin, nuca había visto estas con más
de trescientos números. Esta se una ciudad antigua y a su vez
moderna, por donde se extienden por avenidas, de grandes edificios,
modernos, donde destacan los cristales circulares. He
salido por la calle Amplia, para dar un paseo, por estas anchas
aceras, donde de vez en cuando hay dos sillas de madera, para
descansar las personas, sobre todo mayores y quien lo desee. Calle de
Depilé Badiella, a la izquierda, un grandioso parque, donde está
frecuentado por personas con sus canes. Arriba los aviones que van
surcando el cielo, y no cesan día y noche, por donde pasan más
bajos que de costumbre, que a veces se encapota el edén, haciendo
dibujos diferentes, los canes no paran de ladrar, esto es un
escándalo. El Corte Inglés que se encuentra frente a la estación
de RENFE.
El
parque de Guadix tot laniri, donde hay un letrero que dice: descansa,
pasea, corre y camina.
Este
parque es muy espacioso, un paraíso de caminos, donde a esta hora
hace una brisilla, que hace mover las hojas de los árboles, que por
cierto están muy verdes. Los mirlos picotean en el césped, es un
encanto de hacer estos apuntes por la parte trasera de este gran
edificio. Unos pasan, otros corren viendo a sus perros distraerse con
los objetos que le tiran, en esta mañana de mayo.
Calles,
como de la Independencia, Economía, Cataluña y la
constitución; estructuras antiguas, construcciones de ladrillo
macizo, que emplearon y han perdurado durante muchos años. Algunos
son de fábricas, que les hicieron en el inicio periodo
industrial, hoy dedicados a museos, o han levantado bloques de pisos,
dejando las chimeneas en los patios interiores, como recuerdo de
aquel pasado.
Suenan
campanas, las flores rojas, cuelgan de los balcones. Como picotean
las palomas en los bajos de los pinos, buscando las semillas. Unos
niños se distraen jugando en el parque donde hay un fuerte olor a
barbacoa .Un vientecillo, hace por aquí en la avenida, que es
agradable pasear, en donde los árboles mueven las copas, por la
montaña, asoman unas blancas nubes, que amenazan con lluvia.
Ahora
sin pensarlo me tropiezo con el mayor de Tarrasa, como es el
Valparadís, que ya había visto anteriormente, con más
detenimiento, ya que es muy grande y dispongo de poco tiempo.
Aquí
me siento en la sombra, donde hay un banco de hierro, frente al
número 289, es un encanto, disfrutar de esta tarde en este espacio
especial, ahora aprovecho en hacer algunas fotos que me llevaré de
recuerdo. Voy por la avenida de Jaime I, esquina de calle Amplié,
que quiere decir amplia o ancha. Atrás han quedado las fábricas que
tanto trabajo dieron en los años de la posguerra. Tarrasa se ha ido
adaptando a la vida más moderna, dejando el legado del pasado que
conserva por toda la ciudad, creo que destaca de otras ciudades
españolas, por supuesto.
Ahora
cuenta con personas de todas las nacionalidades, que se han adaptado
a vivir en esta comarca. Han abierto tiendas de toda clase, y que te
las encuentras por todas partes de la ciudad. Hoy mismo hemos
comprado en una tienda de un pakistaní, que abren los domingos
y festivos, igual que el Corte Inglés.
Por
fin estamos a quince de mayo, hoy desde la distancia, que me separa
de mi lugar de origen, me recuerda de esta fecha, se celebraba el
patrón san Isidro en la Gorgoracha. La misa la hacían en el jardín
del Coronel Padilla: la salida de la procesión por los alrededores,
hasta llegar a la era. Fueron momentos que se me gravaron en la
memoria, y se me gravaron en la mente, esto tuvo lugar en los años
cincuenta del pasado siglo, era lo que teníamos, hoy desde la
distancia recuerdo desde la provincia de Barcelona.
Hoy
ha amanecido con buena temperatura, nada más salir se escucha al
cuco, como dice el dicho si este no canta en abril, el cuco está
muerto o se va a morir. Voy hacia la biblioteca, siempre me
gusta de hacerle una visita. He pasado por el mercado Municipal,
donde la mitad de los puestos están cerrados, ahora ya hace calor.
Esta
tarde he estado a recoger los nietos al colegio: después a llevar al
nieto al entrenamiento del fútbol, donde ellos disfrutan con el
balón. Mientras me he tomado una cerveza sin alcohol. Como se
acuerda uno de los bares motrileños, por las tapas que te ponen,
aquí hay que pagarlas a parte, me despido del camarero, son los
últimos momentos, para hacer de nuevo las maletas. Esto ya estaba
programado el regreso, el tiempo pasa muy rápido, nos quedamos con
estos gratos recuerdos. Atrás han quedado las vivencias de parte de
la familia.
Los
nombres en catalán los encontramos muy raros. Este ha sido uno de
los viajes que hemos realizado en los veinte años que lleva nuestro
hijo en la ciudad condal, empezamos con los trenes de gasolina,
cuando se hacía el viaje en más de doce horas. Ahora se hace en la
mitad de tiempo, desde que vamos en el AVE. Pasear en las calles de
Tarrasa ha sido un placer, compartir estos días, que nos ha sabido a
poco. Salimos a buscar el cercanías, que hay poco trayecto, desde la
casa de mi hijo, después es una hora escasa hasta llegar a la
estación de SANTS, esta estación es un laberinto, donde es difícil
encontrar los mostradores, donde se revisar los billetes y el control
del equipaje, que es minucioso.
Hemos
subido al tren, son momentos de confusión buscando los asientos
asignados. Sale a la hora prevista, se balancea en las entrañas de
Barcelona, hasta salir por los descampados, hasta adentrarse en
tierras tarragonesas, es un encanto de ver los parrales, cuando se
ven los cereales de Aragón, que no salen un palmo del suelo, esto
tiene un futuro incierto.
Hoy
me recuerda en mi juventud, que por esta fecha se segaba la avena, y
el verde del ganado, unas veces los mulos, otras la burra pastora, en
ocasiones dos o tres veces, esto ahora es imposible el cambio
climático lo ha desecho todo, ya nada es igual. Ahora pasamos por un
desierto, el coche va endiablado, a más de doscientos noventa
kilómetros por hora. En estos momentos da un poco de amorriña, la
temperatura es de más de treinta grados en el interior de este
habitáculo.
Al
este los molinos de viento, mueven sus aspas blancas, vamos cerca de
Zaragoza. Allá a lo lejos una calima que se extiende en el
horizonte. Aquí baja una señorita, con su perrito.¿qué respiro?,
pues huele más que un nido de abubillas, claro llegará un día que
los animales tengan preferencia hacia los humanos, y conste que no
estoy en contra sino que deben de ir en un sitio diferente, no en el
mismo sitio.
Las
vacas pastan entre las encinas, mientras va decayendo la tarde, y el
sol se filtra entre los cristales de las ventanas, todo está en
silencio, todo va quedando, todo en silencio. Baja, corre, y sigue su
trayecto, como un coloso este coche. Las
sombras se agrandan y se alargan, mientras chirrean las ruedas en las
vías. La tarde es un fenómeno, que pasa, y se detiene en los
paisajes cayados inertes por donde va el rey de la velocidad.
Hoy
he observado el cambio climático, es una opinión personal, comparar
los primeros viajes, quiero conjugar los primeros, que fueron
distintos, ya nada es igual. Las bandadas de pájaros no los he
visto, los cereales da pena de ver en el estado que se encuentran.
Quien podía imaginar en los primeros viajes, que daba alegría de
ver los campos. El verde que había desde que el tren dejaba Granada,
por todo el trayecto, esto se me quedó en el recuerdo. Las bandadas
de pájaros, es lo que más me ha llamado la atención, que no los he
visto por ningún sitio del viaje, los sembrados, que salían las
amapolas y los jaramagos florecidos, daban un tono de colores en las
campiñas. El rey astro, se introduce entre las nubes, mientras
encamina su puesta natural. Ahora anuncia por megafonía la próxima
parada Córdoba, atrás se quedaron unas cinco horas de camino.
Ahora
sigue hacia puente Genil, después Ante quera, hasta la llegada
a Málaga a la hora prevista, esto es muy puntual no se equivoca, es
rápido y cómodo, hay diferencia al TALGO de diésel de aquellos
pasados años. Han sido siete jornadas, donde hemos compartido con
nuestro hijo y nietos. Quiero decir una vez más que no he visto los
gorriones de aquellos años en los primeros Para mi ha sido un
privilegio de narrar este, que ya llevo algunos en mi libro de
recuerdos. Hoy me siento feliz de escribir este viaje, donde
compartimos mi mujer y yo. En los primeros nunca mencioné el cambio
climático. Ahora llevo tres trimestres comparando el pasado y el
presente. Cuando en mi juventud, recuerdo de aquellas cementaras que
me traspasaban y a veces segué en mi infancia. Ver ahora los
cereales tan pequeños ha sido lo que me ha hecho pensar y comparar,
de aquel pasado y este presente.
Sin
más me despido de este y hasta la siguiente, que espero de poderla
escribir su contenido.
En
Motril, a 16—5—2017 atentamente
Manuel y Carmen
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