Mis recuerdos de la caña de azúcar
Mi recuerdo en la mano de obra
que se empleaba en la caña de azúcar, allá por los años cincuenta, se realizaba
con una participación de obreros y obreras, motrileños y motrileñas, y de otros
pueblos cercanos a Motril.
A partir de la década de los años sesenta, es cuando empieza la emigración
a Europa, Barcelona y Baleares, estos obreros de Motril abandonan la
participación, en la tarea de la monda, siendo compartida por casi en su
totalidad por forasteros.
Estos, que unos días antes del
comienzo de la monda, y antes de, ataviaban los burros y mulos con aparejos de
gala, con colgantes de flecos de varios colores y cencerros enormes en el cuello, era el
cabeza de cada “acarreto”, como así llamaban a las hileras de bestias. Los
obreros eran de los pueblos del
alrededor, como Las Abuñuelas, principal abastecedor de forasteros, aunque
venían de muchos más, estos jornaleros, para realizar los trabajos tan duros,
que por cierto ya despreciaban los de Motril.
Venían cargados con utensilios,
para hacerse la comida y también con cebada y paja, así no tener que gastar
sólo lo más preciso en su estancia en los aperos donde residían toda la campaña
junto a familiares y amigos, La siembra que tuve la oportunidad de hacer,
aunque ya en las últimas campañas, era haciendo un surco, con una distancia de
codo y medio uno de otro, se ponía la caña sin broza a una y mitad, siempre
limpia y siendo metida en los balates,
para ser mojada. Después se enterraba con la azada y se regaba abundantemente
durante unos días.
La caña se cortaba cada año,
excepto en las zonas más húmedas que se cortaba con más tiempo, llamándose
“alifa” .La duración era de cuatro a seis años, dependiendo de la tierra,
llamado “dezoque” un cambio, para recuperar
la tierra bien con barbecho o con distinto cultivo. El ciclo de la caña
ocupaba casi todo el año a sus productores, aún recordamos mochos las calles de
Motril, con yuntas de bueyes tirando de carros de broza y cabos de cañas, estos
últimos como alimento y lo demás para hacer estiércol que le añadían agua, y
excrementos de los animales.
El control de las plagas fue
también una cosa que dio varios quebraderos de cabeza a los agricultores, las
bandadas de langostas, que a veces devoraban zonas enteras, los gusanos que
aguantaban los famosos polvos de DDT, esto indica el esfuerzo y el quebradero
de cabeza de los agricultores de la época.
De la monda me recuerda cuando
pequeño, las cuadrillas de trabajadores/as en la vega, compuestas por
cortadores o arrumbadores, que eran los que ponían las cañas para que las
mujeres las desbrozaran estas ataviadas con ropas viejas, que cubrían
todo su cuerpo, incluidas las manos, porque no había guantes, de este modo
evitaban los cortes y arañazos que producen las hojas fácilmente, también había
un zagal que repartía el agua con un cántaro y un jarrillo de lata, el agua no
se molestaba en ir muy lejos , la recogía en el sitio más cercano.
A primera horas del medio
día se podían ver filas de mujeres
ataviadas con unos grandes sombreros de palmilla, para protegerse del sol que
se deja caer con fuerza a esas horas, transportaban enormes cestos con la
comida de familiares por los caminos polvorientos de la vega que en estas fechas era muy transitados por
los burros que arrastraban lo haces de cañas, creando mucho polvo.
Durante los años que siguieron a
la posguerra, la caña sirvió de alimento a muchos pobres, hasta el punto de que
algunas asas fueron arrasadas completamente es el caso de la famosa” Haza de
los pobres La influencia del cultivote la caña de azúcar en la comarca era
notable, en el aspecto económico, hizo surgir que proliferaran las tiendas de
ultramarinos, que a su vez abastecían a toda la población, a cuenta del cobro
de jornales y de la misma cosecha, que pagaban los ingenios, bien al año o en
anticipos a cuenta del trabajo realizado.
Recuerdo el verdor de la vega al
divisarla, frecuentemente desde el Túnel de la Gorgoracha, era una visión única
de aquel manto verde, gigantesco que cubría todo. Cuando entré a trabajar con
dieciocho años en la Fábrica del Pilar, aquí entro en contacto directo con la
elaboración del azúcar, como es la molienda y la extracción de el azúcar.
En la actualidad, ya quedan
recuerdos en algunos motrileños, que vivieron aquellos años gloriosos de la
caña, hoy queda la nostalgia en los
edificios y máquinas inutilizadas, esto será una sentencia de condena al
cultivote la caña de azúcar, que por ahora está hachada, sólo nos queda
indultarla, por el contrario, quedará en el conocimiento de nuestras raíces
sociales y culturales y mostrarla en los archivos o moquetas.
En esta visita que realizamos hoy
a la última Fábrica activa, que se encuentra en Salobreña que será la última en
echar el cierre a tantos siglos, ingenio que trabajó mi padre, hace setenta
años y que es la antigua Agrega hoy del
Gudalféo, estas máquinas quedaran inertes para siempre, En mi modesta opinión no se si será mejor o peor si que nada será igual el verde manto de la caña no se repetirá en futuras generaciones, esto no es un adiós sino un hasta siempre, hoy cuando recuerdo aquel día comparo y veo un cambio abismal en el entorno de la vega, cubierta de plásticos y matojos. Esto se verá en moquetas, en libros, pero no contará con lo que las hemos vivido día tras día.
Del sol naciente has venido
en el oeste has crecido
¡Ay moro que tú le has traído!
En esta vega has florecido.
Aquí no hace calor ni frío,
al agua buena de este río
Guadalfeo durante siglos
sus raíces han bebido.
criada con mimo y desafío
no fue de rosas el camino
cuando nos dejes, hayan sabido
Manuel Escañuela
"Mis recuerdos de la caña de azúcar". Excelente trabajo de nuestro compañero Manuel Escañuela, haciendo una reflexión sobre la importancia que tuvo este cultivo y sus aspectos más interesantes. Gracia Manolo, por regalarnos tu trabajo y rescatar de nuestra memoria esos recuerdos que están en nuestras vivencias de niños.
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Un saludo. MRA.