Manuel Escañuela Rodríguez nos vuelve a relatar su experiencia más inmediata




Viaje a Terrassa a 3 -5 2018)

Esta es una visita, que nos ha proporcionado la “Empresa Halcón viajes”, por la cual que hemos necesitado  unos días, ya que en estas fechas hay una gran demanda de pasajeros, que viajan en toda clase de transporte, así que si no se hace con antelación hay que esperar, como ha sido en nuestro caso. Estos viajes se han modificado, con lo que respecta a aquellos, primeros, ya hace unos veinte años, donde me recuerda el tren de Granada, que era de gasoil, hasta la estación de Baeza, donde se hacía trasbordo, en aquellas primaveras, que olían los molinos cercanos en el silencio de la madrugada. Nada que ver, de aquel viejo tren que me llevó desde Granada a Sevilla, este era de vapor, me recuerda, que en las curvas, salían gorgorotoñes de vapor.
Ahora todo ha cambiado, la comodidad del AVE, el lujo y rapidez, que se ha acortado en la mitad del tiempo.

 Hoy cuando subes en el coche, ves una largura que se incrementa en la estación de Córdoba, donde enganchan el de Sevilla, nada que ver, este apresuramiento, con la que hacen la maniobra, que no te enteras. Desde el asiento, se ven los campos, las dehesas donde pastan los toros bravos, que apenas se les ve entre los matorrales, desde la ventana no se ve nada del tren, hasta que llega a su destino, claro el interior te mueves, para estirar las piernas una vez que otra según te apetezca.
Estos coches, como así los nombran por números, son limpios, cómodos y no se notan las vibraciones, como en aquellos tactos viejos.

La salida, desde la casa, empezando en buscar un taxi, ya que la estación de autobuses, ya no la tenemos en la entrada de la calle ancha, como estuvo algunos años, la salida, es a las diez de la mañana, ya que la llegada a la estación de María Zambrano, donde saldríamos a las catorce treinta y cinco, estos viajes son puntuales, no se demoran en el trayecto, si pasa del cuarto de hora te devuelven el valor del billete. Vamos ilusionados mi mujer y yo, para ver a la familia. Te engañan cuando saqué los billetes en la estación de  Motril, me dijo que iba directa, esto no es así, va por todos los pueblos de la costa, desde Almuñecar, hasta la cala del Moral en Málaga, por lo que se necesita más de dos horas de recorrido.

Es un privilegio recorrer estos parajes que van rodeando la costa tropical, narrando estos momentos, en la mañana primaveral, viviendo estos momentos por la costa andaluza. Viendo los olivos con las blancas flores, en los terrenos pendientes, las amarillas rocas, adelfas que hay en la mediana de la A-7. El traqueteo del autobús, viendo el mar que se extiende en el horizonte, donde se doblan las olas blancas, espumas, en el azulado de sus aguas, que brillan con el reflejo del rey astro, en esta serena mañana. La parada en la caleta, como me recuerda de haber estado cargando los frescos boquerones en los pasados años setenta del pasado siglo. Ver las laderas de aguacates y mangos en flor, con ramilletes, preparados, para el cuaje de su fruto.

Un carruaje antiguo, tirado por dos bueyes, mientras hacemos pequeñas paradas en los pueblos costeros. Ya se ven las prendas de baño, que cuelgan por los balcones. El tren, ha sido un medio de transporte, muy eficaz, para comunicar las ciudades, yo lo conocí de vapor, cuando yo tenía veinte años. Este fue mi primer viaje, desde Granada a Sevilla, cuando hice el servicio militar. Los asientos eran de tablas, en tiempos pasados dieron tanto que hablar con las diligencias y correos que empezaron con el comienzo de las máquinas de vapor. Hoy todo es diferente, los trenes están electrificados, limpios, cómodos y modernos, que en ocasiones pasan de los trescientos kilómetros por hora. Quien hubiese pensado, en aquellos tiempos, que los viajeros se bajaban a coger frutos de los campos, cuando subía por las cuestas. Ahora este moderno tren, alcanza una velocidad, que nunca imaginarían nuestros antepasados. El AVE, de media y larga distancia, es como un gusano gigante que se adentra por los túneles, bajo las montañas. Casi todo el recorrido trascurre por campo abierto, va que se las pela buscando las estaciones, que se encuentran en su trayecto, hoy bajo unas blancas nubes. La llegada a la estación de Sant a las veinte y veinte y dos, esta estación, es un laberinto de escaleras mecánicas que van llenas de personas con sus equipajes, todos llevan prisa, para coger los de cercanías, como es nuestro caso. Ya la tarde se va poniendo plomiza, mientras recorremos las entrañas de Barcelona, hasta salir por los pueblos hasta llegar a Tarrasa, donde llegamos ya anochecido, allí nos esperaba nuestro hijo Antonio Javier, gracias a el yo ya no podía con la maleta, que por cierto había perdido las ruedas en el viaje. Cuando llega uno está mas despistado, que no sabía salir por su camino, ya se lo dije, que no me acordaba, hasta llegar al parque, que ya me orientaba de nuevo.

La noche se pasó pronto, por la mañana, ha salido a recorrer las calles cercanas después de llevar la niña al colegio, he ido al mercado municipal, el pescado está por las nubes, los precios se han disparado, con lo que respecta a otros años. Ya empiezo a  sentir cansancio, no tengo la ilusión de otros años, donde me recorría el pueblo por los cuatro costados. Aquí, casi todos los días llueve, mayormente por las tardes. Hace fresco, nada que ver a cuando salimos ayer de Motril. Me he pasado por el AlDI, daba encanto estar allí dentro, por la temperatura.

Hoy sábado, lo dedicamos, para hacer unas compras, sobre todo las maletas, que las que las teníamos estropeadas de las ruedas. Por la tarde fuimos a visitar una familia, que vive en la ciudad de Sabadell, con la que tenemos una estrecha amistad, desde hace muchos años. Hoy domingo, día de la madre, ha amanecido lloviendo. Por lo tanto no hace día de salir a la calle, con esta lluvia que ha empezado desde primeras horas de la mañana.
Tarrasa, es una ciudad que dista a unos veinte kilómetros de Barcelona. Ha crecido en este espacio multicultural, con personas de los cinco continentes, que se han adaptado, a esta forma de vida moderna. Sus calles son amplias y alargadas y llenas de edificios modernos,
Hoy llevo a la nieta al colegio, está nublado, aunque no hace frío, un bullicio de personas de todas las edades llevan a sus hijos o nietos, como es mi caso. Después me acerco a una cabina de la once, haber si había tocado el número que había comprado, para el día de la madre, no me ha sorprendido escuchar la máquina número no premiado. Esto de la lotería es una ilusión que se tiene, hasta que llega el día del sorteo, y que se pierde, cada vez que se intenta probar la suerte, por lo menos este es mi caso.

Esta mañana he salido a dar un paseo, esperanzado de tomar información familiar, he pasado por la estación del tren, donde me han informado de la salida del día cinco a las seis  treinta de la mañana. De paso he bajado al ayuntamiento, pasando por el mercado municipal de Tarrasa centro. Después hemos conversado con el Director del colegio, donde están los nietos. Este nos manda a ver a los de asuntos sociales, donde nos han informado de estado de los nietos. Han sido amables, expresando su inquietud por parte de ellos. Todo va muy lento –comenta la chica.
Hemos llegado a la casa de mi hijo, sobre las dos del medio día. Los pies me hormiguean, son más de cuatro horas caminando, por las aceras de estas alargadas calles. Ahora frente a la pecera me pongo a redactar, mientras los dos peces no paran de dar vueltas.
Hoy después de comer he decidido de dar una vuelta y explorar, parte de la zona norte, hace una tarde estupenda, he ido por las sombras, nada que ver con estos pasados días. Por el suelo de las acacias, hay montones de flores, algunas arrastradas por la lluvia de esta pasada noche. Todo está tranquilo, de vez en cuando, alguna pareja paseando a sus canes, que por cierto, hay abundancia de excrementos, que se adhieren a las suelas del calzado, cuando sus dueños se han olvidado de recoger. He llegado hasta el campo de fútbol, donde me trae gratos recuerdo de estos pasados años, cosa que no olvido, sino que perdura en mis recuerdos.

Un intenso olor, que suelta el pescadito que está friendo mi mujer, mientras el sol se cuela por un pequeño habitáculo del patio interior de la casa. Esta mañana, ha amanecido con pocas nubes, cuando he ido a llevar a la nieta al colegio. Después, hemos estado visitando en el mercadillo, que es más largo que la calle de Lanjarón. Hacía calor, será por la aglomeración que se dan cita, en este lugar. Un crisol de personas que se dan cita en dicho mercado ambulante. Hemos llegado a la casa, suenan granizos, una fuerte tormenta está cayendo, estamos en alerta amarilla, por fuertes lluvias. Esto se está cumpliendo en estos momentos, en la que se aproxima la hora de recoger la niña del colegio, y sigue cayendo con fuerza, espero que no se prolongue demasiado. Esto va tocando a su fin, esta mañana nos hemos levantado a las cinco de la madrugada, aún no se ven las claras del nuevo día. Vamos para la estación de cercanías, que se encuentra a poca distancia, la gente no anda, corre si hacer caso a nadie que le haga una pregunta. Entran algunos en bici van como locos, al tren de cercanías es un vehículo que va haciendo paradas por todas las estaciones que pasa, se llena y se queda vacío en algunas de ellas, sobre todo en las de Barcelona capital.

Hemos llegado a la estación de Sant, no hay tiempo que desaprovechar, el TREN sale a las ocho treinta el coche es el cinco, plaza 0-1-C y 0-1 D, esto es para verlo, no para contarlo, en mi vida no hubiese imaginado, la largura de este vehículo, cuando se sube uno e Barcelona, que hay que correr, para no quedarse en tierra. Hemos estado una semana, no ha sido como en otras ocasiones. La llegada a Málaga a la hora prevista, después cogemos el autobús de la marca ALSA que nos trajo a Motril. Al día siguiente, voy a las clases de informática.  Mi corazón me está dando un aviso, que se nota, cuando regreso de la clase de informática, no puedo caminar, me canso, tengo que parar a descansar.

Al día siguiente, después de almorzar entramos por las urgencias del hospital de Motril, me hacen toda clase de pruebas, me dejan ingresado en la cuarta planta, en la sala 423, cama 2. Esto ha cambiado, después de una ecografía, ya diagnostican que algo no va bien, por lo que soy trasladado en ambulancia, al hospital Virgen de las Nieves de Granada, acompañado por una enfermera, y mi mujer, allí me hacen cateterismo, en la muñeca derecha, nada que ver con el que me hicieron en el dos mil tres, que fue en el clínico de Granada y esta vez por la ingle, que aún me recuerdo de lo mal que lo pasé. Ahora me diagnostican, algo que no me lo esperaba, las válvulas obstruidas, no hay otro camino que es la intervención quirúrgica, es la tercera vez que tengo que pasar por el quirófano.

Tengo que esperar unos días, en este hospital de Motril. ¡Qué aburrido! Desde el amanecer, hasta que oscurece las comidas las extraño, no llevan sal, esto es como el pájaro que está preso, y más sabiendo que mis padres dejaron su vida en las habitaciones adyacentes estos pasados años. El día veintinueve, ingreso de nuevo, a las seis de la tarde en la habitación 813, donde me hacen la prueba de la anestesia, no es fácil encontrarse, como presa acorralada, pronto llega el barbero, con los utensilios de afeitar, me deja más pelado que la cabeza se un calvo, en mi caso ya son tres las veces que he pasado por esta situación, sintiendo la cuchilla por mi cuerpo, la calma juega un papel importante, en estos trances que se presentan de improviso. El día cuatro de junio a las siete y media, entro en el quirófano. Una cuadrilla de médicos, enfermeros y ayudantes, que movían  por los raíles, esto fue como un relámpago. Mis ojos se apagaron, como una luz, más de siete horas, donde no supe nada, un sueño profundo, donde no se recuerda nadad,
Cuando despiertas, te encuentras secuestrado en una máquina llena de cables, por donde circulan toda clase de medicamentos, no percibes, esto que pasó en esas horas decisivas, eres un ser que apenas puedes mover los ojos, te atienden los médicos y enfermeras, todo va controlado, las vías de tus muñecas son el puente, por donde se adentran los medicamentos y los sueros por los goteros.

Siete días entre las habitaciones 813 y 812 que se me han hecho muy largos, te encuentras, donde no puedes ni moverte, todo va medido, de lo que te sale del cuerpo, el once de junio, después de una ecografía, la doctora me da el alta, era por la tarde, una ambulancia, que por cierto no lo pasé muy bien, con los saltos que daba, que se notaba en las ristras de lañas que tenía en mi cuerpo, por eso me recuerda, cuando me operaron de una apendicitis, mi padre me acompañaba en aquel viejo tranvía que por esos años, circulaba por las calles de Granada, por aquel tiempo la estación de autobuses se encontraba en el camino de Ronda.

Ayer terminó el enfermero de quitarme los puntos, un alivio, para la pierna y el pecho, que me tienen oprimidos, cuanto hay que padecer con esta operación, donde tengo que dormir, boca arriba, durante seis semanas, lo he pasado muy mal a la hora de acostarme. Los paseos que me aconsejan los médicos, donde voy con las piernas temblorosas, me canso, tengo que empezar, como un niño pequeño, poco a poco, los días se me hacen interminables, me queda la esperanza de seguir esta nueva ruta, que empieza desde ahora. 

Agradecer a familiares y amigos, el apoyo que me han dado, en estos momentos que no han sido nada fáciles. Desde ahora tengo que cuidar de lavarme con jabón las heridas y echarme betadine todas las mañanas, antes de desayunar, el pulso lo tengo tembloroso, cuando empiezo a hacer algo, con ambas manos. Quién me iba a decir, aquella tarde del diez de mayo, cuando estuve en la clase de informática por última vez. Al siguiente decido de ir por las urgencias al Hospital de Santa Ana, aquí empiezan las pruebas, nuca pensé que en este curso se me adelantarían la vacaciones. Los proyectos se desvanecen, cuando menos te lo esperas.

Ahora que han pasado dos meses, sigo casi en el mismo sitio, las heridas a las que curo cada mañana. Hoy ha entrado julio, todo es diferente, por estas fechas se segaban las cementeras, y se bajaba un día a la playa, andando, no como se hace en la actualidad. Desde pequeño, este será el único año que no pueda disfrutar del verano, estoy cautivo, no puedo ni debo de tomar el sol, según me han aconsejado los médicos. Procuro de andar por las mañanas temprano y también en el ocaso de estas tardes veraniegas que son calurosas.

Voy haciendo pinitos en el ordenador, intentando de escribir estos momentos que nos ha tocado de vivir. Anteayer estuve en el hospital, para hacerme una revisión, me han hecho un electrocardiograma y una ecografía. Todo ha salido bien según la médica especialista, dándome la siguiente cita, para seis meses., con los análisis correspondientes.
Ayer estuve a recoger la media, que por cierto, me queda pequeña, después de ir dos veces al médico de cabecera. Hoy me he pesado, y peso igual que cuando me fui a la mili. Me encuentro delgadito, igual que los modelos que se ven en la tele. Las prendas de ropa se me han quedado pequeñas, por lo que mi mujer me ha comprado dos tallas menos, nada de esto me preocupa, con el tiempo, todo cambiará y las aguas volverán a su cauce. No me importa nada, voy viviendo estos momentos lo mejor que puedo. Tengo el apoyo, de los que me han ayudado, para seguir este sendero, por mi parte, sigo con la esperanza, de seguir leyendo y escribiendo, en estas tempestades que nos da la vida. A pesar de todo no me rindo, sigo contando con los amigos y amigas, que tanto ánimo me han dado por los wasat, cada día.

Hoy se celebra el día de la Virgen del Carmen, qué nostalgia de estos pasados años, donde se pasaba en familia, donde había en casa cuatro Carmenes, ahora se ha quedado en la mitad. Casi siempre, por estas fechas en mi juventud, nos tocaba de estar segando, las cementeras de los campos de secano. Recuerdo que cuando hacia viento, eran los solanos de la Virgen. Hoy desde esta sombra en la cochera de mi casa me recuerda, estos momentos, en los  se quedan en el recuerdo.

Aquel pasado no tiene nada que ver con el presente en que vivimos, aquellos tiempos de sacrificio nada tiene que ver con este actual, esto que se nos quedaron gravados para siempre. Por eso, cuando siento decir a las personas. ¿Qué calor hace? Claro en verano siempre hizo calor, aunque hoy en día es un calor diferente. La atmósfera está muy contaminada. Vivir en este planeta, se está haciendo complicado, para los seres vivos.

Bueno ya me olvidaba, de mi paso por el quirófano, aunque estoy marcado de por vida, con las cicatrices que llevo en mi cuerpo. A veces siento unos finos pinchazos, que se me repiten cada día, desde primeros de mayo, que tuve que interrumpir este camino de escribir, hasta hoy que he retornado, a hacer esto que tanto me gusta, como es la escritura.
Ya se me han curado los puntos que tenía infectados,  los que me han dado un poco de latazo en unos días . Hoy me he puesto la media,  que tantos viajes me costado de ir al médico de cabecera, con los problemas de las medidas, que siempre me quedaban pequeñas, no la que me hacía falta. He salido a dar un paseo matinal, da encanto pasear a esta hora de la mañana, donde no hay tantos coches por las calles, es un encanto tomar este fresco en los árboles del parque, charlando con los amigos, donde nos juntamos todos los días.
Ayer, los medios de comunicación anunciaron, que a partir de las ocho de la tarde, había un eclipse de luna del año. Cuando subí a las nueve y media no se veía nada, unas neblinas lo impedían, tuve que esperar, hasta las once y media, que ya si se veía con nitidez en la parte este de Motril. Con los prismáticos pude ver el color anaranjado, que invadía las tres cuartas partes de la esfera lunar, a unos metros un brillante lucero, que es el planeta Marte, que brillaba como una bola de fuego, mucho más que de costumbre. Es una oportunidad que pasa cada periodo de tiempo, esto no se puede debe desaprovechar, la oportunidad de ver algo diferente en el universo. Yo recuerdo un eclipse de sol ya hace años, que coincidió que yo estaba en el campo. Aquello era digno de ver, como los pájaros se refugiaban en los árboles, parecía que se acercaba el fin del mundo, todo quedó en absoluto silencio, en el tiempo que duró este extraño fenómeno. Ahora volviendo a esta ola de calor que me invade, no como esas que han  echo  estos pasados años, que parece no nos acordamos. Este primero de agosto me han dado unos inesperados mareos que me han tenido que trasladar en ambulancia hasta el Hospital de Santa Ana de Motril, después de pasar casi todo el día en las urgencias, no me han mandado nada, al día siguiente he tenido que ir al Centro de Salud, donde me han recetado unas pastillas, con estas calores no levanto cabeza. Hoy hace dos meses que me operaron, sigo con los paseos que me han mandado los médicos por la  mañana y por la tarde, siempre buscado las sombras, cuando llego a casa hay un silencio, que aprovecho, haciendo este trabajo en el ordenador. Tengo la ventana abierta por donde se cuela una brisa que agrada disfrutar en este tiempo libre, con el que cuento cada día. Ya son tres los libros que he leído, se trata de pasar, parte de los largos días, que son más largo que la calle de Lanjarón. Estética de amador, de Fernando Savater, antología poética, de biblioteca del sur y fuera de quicio de Manuel Urbano y el cuarto anagrama de narrativas, con esto me  paso las horas, intentando de saltar el tiempo, que no es poco, y así no coger una depresión, como la que tuve en el 2003, cuando me dio el infarto, que tanto me dio que pasar.

Bueno ya estamos en san Cayetano, esta fiesta popular que tanto recordamos, y que pasaban con bestias, ahora con coches, donde estuve en contadas ocasiones. También la tirada de cohetes en la playa del cable, este año al contrario de los anteriores, que era al final de la feria. Yo me conformo de sentirlos desde la terraza de mi casa. Yo recuerdo de pequeño y más tarde de muchacho, que bajábamos andando desde el cortijo, y el regreso lo hacíamos en un taxis de la época, este parecía una diligencia abarrotado de gente, algunos en el posa pies de los laterales.
Estoy intentando de pasar esta convalecencia, en la que ya ha pasado de los tres meses, de ellos dos veraniegos, por eso las horas centrales las paso en casa.
Hoy domingo he decidido de ir al campo. ¿Qué diferencia? Las flores no se les ve de tanta hierba, con lo orgulloso que estaba con los claveles, como dice el refrán el ojo del amo engorda el caballo, han pasado tres meses, nunca jamás le vi con tanta hierba, una seca y alguna verde.

Bueno, ahora toca recoger el maíz, de hacer las palomitas, que tanto les gustan a los nietos. La feria ha pasado sin pena ni gloria, para mi, sólo que he sentido los cohetes, que por cierto han sido el primer día, la música de las madrugadas silenciosas que despiertan cuando va llegando las claras del nuevo día. Esta rutina la voy llevando lo mejor que puedo. Las vías que me ponen casi a diario, me están gravando el humor, sobre todo esta misma mañana, cuando he salido de hacerme un análisis parecía que había toreado un toro, con toda la manga de la camisa llena de sangre. Por lo que ya temo pasar por las manos de estos inexpertos que no  están acordes en el oficio. Hay  algunos que da pena ponerle el brazo, para que te saquen alguna prueba de sangre, sobre todo en estos últimos días.
Me siento más quemado que la boca de una calera, esto no hay quien lo aguante, esto se pone insoportable, estoy pasando una racha, que no entiendo. Eso si que ya me he acostumbrado a las inyecciones, que cuando era pequeño no había quien se acercara a mi con una jeringa, a todo se hace uno, hasta esos casos que hay que dar por buenos. Ya tengo ganas de salir de esta racha, de la operación bien, pero llevo más de un mes con la diarrea que no hay forma de salir de ella. En lo que va de agosto he perdido dos kilos, y no puedo recuperar por mucho que lo intento.
Me encuentro débil, no tengo fuerzas para nada, nunca me recuerda de haber estado de esta forma. El pasado viernes me he levantado y he decidido de ir a la plaza a comprar pescado, todo bien hasta que estando esperando el urbano me ha dado una bajada de tensión, gracias a otro que esperaba y pudo sostenerme, me sentía muy mal no tenía fuerzas, hasta que llamaron a una ambulancia, a esto ya estoy acostumbrado. El pescado resultó en la nevera que tienen los enfermeros en la entrada de las urgencias, yo en los sillones con una bolsa de suero en los sillones después otra, hasta que me subió la tensión. ¡Que rato de frío hasta que me dieron el alta! Así que salí cojo de la rodilla derecha inflamada. Ya  tengo ganas de salir de este viaje que empecé a primeros de mayo. Hoy me pregunto—que cuando podré salir de este laberinto en el que me siento sumido cada día.


Hoy domingo, me he entretenido en desgranar el maíz de hacer las palomitas, estas vacaciones me las estoy pasando, muy anormales. Intento de salir, de esta senda que no encuentro, además hace más calor, que todo lo que va de verano. Ayer miércoles, estuve en la médica de cabecera, me mandó un análisis de sangre. Para hoy día treinta, hoy sí han acertado con la extracción de sangre. Esto empezó como una rutina, que no se cuando va a terminar. La diarrea no me deja, el peso que he perdido no lo recupero, esto va camino de los tres meses, con las visitas a los médicos, así que no salgo de este laberinto en el que siento sumergido.

Hoy entra septiembre, espero y deseo que esto cambie, en los próximos días tengo visitas en los médicos, el cinco en el hospital y el siete en la de cabecera. También pienso pasarme por la escuela, haber si puedo asistir y distraerme un poco, y salir de tantas horas en casa. Agradecer al cardiólogo que me mandó desde este hospital al de Granada, para hacerme un cateterismo, donde me detectaron, esto de la operación, en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada. Por los equipos de cardiólogos, responsables 1º por Gonzáles Vargas Teresa. Médico responsable nº 2 Garrido Jiménez José Manuel, esto ha sido una obra de arte, desde el primer día todo ha ido bien.
Mi mayor agradecimiento al equipo que formaron en la operación y a los siete días que me atendieron, los enfermeros, hasta el pasado once de junio.
Desde este momento he seguido las instrucciones de los médicos, con el tratamiento y con reposo absoluto. El pasado cinco de septiembre he tenido una revisión en el Hospital, me ha mandado la Doctora una caja de hierro, con lo que notado una rápida mejoría. Después el catorce me hacen una endoscopia, todo ha salido negativo, ahora es el momento de ir pasando página, van a empezar las clases, hay que comenzar la ruta nueva .Bueno es el momento de dejar estos pasos que empezaron a primeros de mayo, han sido unos cuatro meses, que los recordaré para siempre. Estoy convencido, que no se puede hacer nada, sin contar con lo que tiene uno asignado. En este viaje han pasado unos momentos que nadie pude predecir, esto se me ha gravado en mi mente lo bueno y lo menos bueno. Por mi parte es una ilusión que pueda escribir este diario de unos cuatro meses, entre primavera y verano. Sin más un cordial saludo, para todos los que me apoyasteis en este viaje. En Motril a 17 de septiembre del 2018…MER…



  




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